Don Juan Carlos, junto a Rajoy y Sáenz de Santamaría, ayer, en Zarzuela, en un encuentro de la Fundación Carolina. :: C. MOYA / EFE
ESPAÑA

Felipe VI será proclamado Rey sin ceremonia de coronación ni casas reales extranjeras

La Zarzuela admite que la previsión de un «otoño complicado» en relación a Cataluña fue clave en la decisión del Monarca de pasar ya el tesigo a su hijo

MADRID. Actualizado: Guardar
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No habrá ceremonia de coronación con dignatarios extranjeros y representantes de las casas reales europeas. Felipe de Borbón será proclamado Rey en una sobria sesión conjunta de las Cortes Generales, lo más probable el 19 de junio -aunque oficialmente no hay fecha- a la que además de los diputados y senadores podrían asistir, en principio, los presidentes de las comunidades autónomas y los representantes de las altas instituciones del Estado. Y como Familia Real, los actuales Reyes, y la futura Princesa de Asturias, Leonor, junto a la infanta Sofía. Eso es más o menos lo previsto. Pero todo sigue siendo difuso. «Está por definir» es la respuesta más repetida por los portavoces de la Casa del Rey.

A pesar de que en la Zarzuela insisten en que don Juan Carlos empezó a madurar la idea de su abdicación en enero y que dos meses después se lo comunicó al presidente del Gobierno y al líder de la oposición, parece que nadie había pensado en los detalles protocolarios, pero al fin y al cabo también institucionales, en el tiempo transcurrido hasta el impactante anuncio oficial del pasado lunes.

Lo que sí está claro es que, aunque a la Casa Real le produzca cierto vértigo que se asiente la idea de que el adiós de Juan Carlos I abre una «nueva etapa» -sólo así se explica que ayer dedicara todos sus esfuerzos a defender que hay que hablar de «continuidad» porque nueva etapa fue lo que inició el hoy Monarca en 1975- habrá claras diferencias entre la parafernalia que tuvo aquella ceremonia y la de Felipe VI, miembro de una generación que ahora, como dijo el Rey en su discurso, pide paso para emprender las «transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando».

Don Juan Carlos fue proclamado por las Cortes, aún no democráticas, y días después fue entronizado, ante representantes de todas las instituciones del Estado, la Iglesia y legaciones y misiones extranjeras en una misa oficiada por el cardenal Enrique Tarancón, cuya homilía fue más moderna y acorde con el tiempo nuevo que el Monarca tenía intención de abrir que la propia jura -«por Dios y ante los Santos Evangelios»- en el palacio de la carrera de San Jerónimo. El nuevo Rey lo será en un solo acto. O casi.

Adiós solemne

Una vez el Congreso y el Senado hayan aprobado la ley orgánica (no normativa) que recoge la abdicación del Rey y su sucesión automática, el texto tendrá que ser sancionado por el jefe del Estado. Será la última ley que firme don Juan Carlos y la idea, aunque de nuevo faltan detalles sobre quién y cómo asistirá, es dar al momento toda la solemnidad. El referente es la firma del Tratado de Adhesión a la Comunidad Económica Europea en 1985, que tuvo lugar en el Palacio Real de Oriente. Pero poco más. Una vez la ley esté publicada en el Boletín Oficial del Estado, Felipe de Borbón será Rey de España y capitán general de los Ejércitos.

Es «probable», según apunta un portavoz de la Zarzuela, que su proclamación incluya una parada militar, por lo que Felipe VI jurará el cargo vestido de uniforme y, a continuación, pronunciará un discurso que, sin duda, será escrutado al milímetro en busca de pistas que permitan conocer sus intenciones en un momento en el que la ciudadanía ha expresado una enorme fatiga hacia el sistema establecido. Es lo que le ocurrió a su padre, solo que entonces el jefe del Estado tenía más atribuciones y una capacidad política a la que más adelante don Juan Carlos renunciaría y, por otro lado, estaba obligado a obrar con la cautela de quien era víctima del recelo de los capitostes del Movimiento y de la oposición democrática.

El nuevo Rey tampoco tiene plena autonomía. Prepara su discurso con su equipo, pero lo tendrá que someter a la revisión del Gobierno. Y hay claves en la decisión del Rey de abdicar en junio, pasadas las elecciones europeas, que son relevantes y que, en todo caso, invitan a atender a ciertas partes de su alocución con especial interés. En la Casa del Rey señalan que la previsión de un «otoño complicado», con un recrudecimiento de la tensión independentista en Cataluña por la celebración de la Diada y la promesa del referéndum, fue un factor trascendental que desaconsejaba esperar a materializar el relevo.

Es posible que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, no esté en las Cortes para oírlo en primera persona, pero en la Zarzuela prefieren no pronunciarse al respecto de su eventual ausencia. «Sus decisiones -dicen- las toma él».