Varios tripulantes de la almadraba de Zahara, durante la ‘levantá’ que realizaron ayer, una de las últimas de la temporada. / Video: Antonio Vázquez
PESCA | PROVINCIA

Atunes para otros treinta siglos más de almadrabas

El sector ha comprado más de 600 toneladas de cuota a otras pesquerías, una opción a la que sólo podrán recurrir un año más

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Los días de fuerte levante que han mantenido la flota amarrada a puerto apenas han servido para alargar la campaña de pesca del atún rojo. Un visto y no visto. En un mes las almadrabas artesanales han agotado la cuota y ya se preparan para ir retirando los anclajes de redes. «Quizá la próxima semana, no queda para mucho más», calculan los propios pescadores. Los barcos de Zahara regresaban ayer con 80 atunes en una de las últimas 'levantás' de la temporada. Sin margen para más, la campaña se da por finalizada en uno de los años con mayor población de ejemplares. Diego, el mayor de la familia Crespo, ligada desde hace más de un siglo a este arte de pesca, admite que no alcanzaba a recordar un año igual. «Hace días que cerramos las bocas y vemos pasar remesas y remesas de atunes». Se muestra convencido de que «si no se vuelven a cometer los errores del pasado, tendremos para otros treinta siglos más de almadrabas». Es el presidente de la Organización Productora Pesquera (OPP-51), que tiene la concesión de Conil, Zahara y Tarifa.

Como en otras ocasiones, la limitación de la cuota los obligó a comprar la asignación de otras pesquerías. Una inversión francamente arriesgada. A las 475 toneladas iniciales le sumaron alrededor de 300, entre las que consiguieron en la subasta de la cofradía de Guipúzcoa y las adquiridas de otras flotas. La cuarta almadraba artesanal, la de Barbate, apurará hoy la última jornada de pesca. «Tal vez reservemos algo por si hacemos alguna 'levantá' para visitas que tenemos comprometidas», señalaba ayer Pedro Muñoz, gerente de la empresa Petaca Chico, que la explota. También ellos se han visto obligados a recurrir al mercado nacional para ampliar su cuota, congelada otro año más por las limitaciones que impone Bruselas.

En estos días Pedro mira con cierto desazón al mar y se afana en captar todas las imágenes que dan muestra de que la especie está totalmente recuperada. «Este año ha sido una locura, tendremos que soltar ejemplares por miles», señala. Las almadrabas han servido durante años de termómetro de la especie. Fueron las primeras en dar la voz de alarma cuando en las redes entraban cada vez menos ejemplares y de menor tamaño, ahora vuelven a hacerlo para advertir de que el atún rojo saca músculo de nuevo.

Ser ejemplo de pesca sostenible o los 3.000 años de historia que tienen a la espalda no fueron suficientes para que se escaparan del racionamiento que impuso Europa. También ellos pagaron el abuso de la pesca ilegal y la avaricia de los grandes buques industriales que esquilmaron la población de tan deseado túnido. Tal vez la próxima temporada se reduzcan las limitaciones, confía el sector. Hoy la influencia de la cocina asiática y la creciente demanda del mercado han puesto de moda el atún rojo salvaje y otras flotas quieren también su parte de la tarta. Los pescadores canarios claman por una mayor asignación, mientras que las cofradías vascas, cántabras y del levante venden sus permisos al mejor postor. El próximo será el último año que puedan hacerlo si quieren conservar sus cuotas íntegras. La orden que el Gobierno central redactó el año pasado para evitar la especulación con el precio obliga a ello. Pero «no es el momento de pensar en eso», pide Diego Crespo, que se muestra prudente en todo lo que se refiere al sector. Señala que no hay motivos para pensar que Europa mantenga mucho más las limitaciones en vista de la situación de la especie. En estos años han crecido los controles, la tecnología, el papeleo y hasta las historias alrededor del atún salvaje. El tiempo sólo se detiene en las redes de los barcos almadraberos y en su tripulación, que también va cediendo el testigo a nuevas generaciones. A bordo todos conocen su lugar y sólo atienden a las instrucciones del pito y el grito, el sonido del manjar rojo del Estrecho.

IMÁGENES DE LA LEVANTÁ (I)

IMÁGENES DE LA LEVANTÁ (II)