Adiós a un gran presidente

Se prodigaron los calificativos laudatorios sobre el expresidente Adolfo Suárez a raíz de su internamiento en un hospital a causa de agravarse el proceso neurológico que padecía. Luego, tras su fallecimiento, como era de esperar se intensificaron los panegíricos sobre su figura, elogios fundados que comparten la inmensa mayoría de los españoles. Honorable, honrado, valiente, íntegro, negociador incansable, fueron algunos de los epítetos elogiosos a cual más certeros y justos que en estos días se escuchan relativos a su trayectoria vital y política. Añadiría uno más y es el que se refiere a su proximidad con la gente: cercanía. No eludió jamás el contacto ya fuese con los mandamases de su contorno ya con los españolitos de la calle. Desparramó una sonrisa peculiar y acogedora que fue parte integrante de un carisma que presumo será el que muchos guarden como recuerdo de su persona. Suárez se ha ganado un lugar en la historia de España. En la memoria de las generaciones presentes y venideras el recuerdo de su figura será indeleble.