CÁDIZ

Demasiado moderno para el casco antiguo

Una empresaria del centro denuncia ante el Pleno que la Comisión de Patrimonio veta un mosaico en la fachada de su tienda por ser «contemporáneo»

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Aunque para historiadores, docentes y expertos en arte son términos técnicos, en el lenguaje coloquial, incluso en el administrativo, palabras como «moderno» o «contemporáneo» tienen un contenido ambiguo, arbitrario según quién y cómo las use. Se puede aplicar, o no, a construcciones como el colegio Reyes Católicos, el Parador Hotel Atlántico, el Teatro de la Tía Norica o a la estética promocional de todo tipo de negocios del casco antiguo. Resulta difícil arbitrar qué es bueno y novedoso, qué feo, qué clásico.

Para intentar poner orden, la Real Academia fija que contemporáneo significa «perteneciente o relativo al tiempo o época en que se vive». Es decir, algo de ahora. Nada más. De ahí que Pilar Giles Garrido no entienda la respuesta de la administración, concretamente su órgano de arbitraje para estos asuntos, llamado Comisión Municipal de Patrimonio.

El pasado 3 de mayo pidió permiso a esa oficina administrativa para colocar un mosaico de colores en la fachada de su nueva tienda de artesanía y regalos, La Favorita, abierta al inicio del verano en la calle José del Toro, colindante con la cafetería-librería La Clandestina y frente a la veterana tienda de instrumentos musicales Enrique.

«Casi nadie lo hace, lo de pedir permiso, lo pone por las bravas pero quise hacer las cosas correctamente». La Comisión de Patrimonio analizó su petición el 27 de junio y le contestó el 24 de julio. Le denegaba la solicitud por considerar que el mosaico tiene «aspecto de arte contemporáneo». Pilar Giles no da crédito al argumento de la prohibición. «Efectivamente, es contemporáneo, lo hemos hecho este mismo año» declaró con ironía en el Pleno municipal de septiembre, en el que denunció su caso. Más allá de significar que está hecha en el tiempo presente «no sé qué quiere decir esa afirmación».

«Trabas y obstáculos»

La modesta empresaria, que tiene un célebre bar con el mismo nombre en El Pópulo, frente a la Posada del Mesón, hace ocho años, asegura que este tipo de decisiones son «un obstáculo inexplicable». «Yo sólo pretendo atraer al turista, y sobre todo al residente en la ciudad que es el cliente real, para que entre, con una cerámica en la fachada. Las grandes empresas de bebidas ponen decenas de mosaicos en los bares sin presentar un papel y ahora resulta que cuando se pide reglamentariamente se rechaza sin ningún argumento lógico. No lo entiendo. Nos animan a montar empresas y los que lo hacemos sin pedir ningún apoyo nos encontramos con este tipo de trabas».

La comerciante y artesana gaditana recuerda que ha realizado «muchos mosaicos para las fachadas de otros negocios, algunos de este mismo estilo» sin que nunca hayan rechazado ninguno por una valoración estética o estilística. El tamaño tampoco sería justificación porque, tiene un metro de altura y medio de anchura, es más pequeño que la mayoría de los existentes en el centro. Pilar Giles está a la espera de una posible revisión de su solicitud pero mientras tanto, luce su mosaico en un caballete de quita y pon, un recurso promocional que decenas de negocios están usando sin que la Comisión de Patrimonio se pronuncie.