El instructor Roy Murray (en la foto) logró que Wildey aterrizara la avioneta Cessna (arriba). :: AFP
Sociedad

Piloto de emergencia

El pasajero septuagenario de una avioneta logra aterrizarla tras la muerte del piloto con la ayuda por radio de un instructor

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John Wildey es un jubilado inglés de 77 años que ha trabajado como informático. Le gustan las máquinas y los viajes. Cuando obtuvo el pase de pensionista emprendió trayectos en autobús para conocer todo el país. Le gustan tanto que pidió en matrimonio a su mujer a bordo de uno. Wildey, sin ninguna experiencia a los mandos de un avión, logró el pasado martes aterrizar la avioneta en la que viajaba como único pasajero cuando el piloto perdió el conocimiento. Le guiaron dos instructores de vuelo desde la torre de control del aeropuerto de Humberside, que dijeron que su interlocutor mantuvo la calma.

Aún más significativo es que Wildey es un observador de aviones. Los hay de trenes o de autobuses urbanos. Se editan catálogos para su uso. Ellos van marcando los que han visto y se congregan en grandes estaciones, aeropuertos o garajes para observar lo nunca visto, como otros hacen con las aves. Sus palabras ayer a la BBC fueron pausadas, describió la peripecia que había vivido en un tono que podría describirse como anodino. Los 'plain spotters' suelen ser ridiculizados y prefieren un adjetivo que no les pega, el de entusiastas. Pero ese entretenimiento revela el carácter metódico y tranquilo que los instructores de vuelo en la torre de control detectaron como una gracia que permitió un final casi feliz.

El piloto falleció ayer. No se ha divulgado su nombre y no se conoce la causa de su fallecimiento, aunque no se considera sospechoso. Tampoco está claro si el viaje emprendido desde Sandtoft hasta Skegness, en el nordeste de Inglaterra, era de recreo o un paso inicial en un curso de vuelo, porque el piloto era profesor de vuelo con su avioneta Cessna. Emitió un mensaje 'mayday', que alertó a los controladores y a los servicios de emergencia. Al oír el mensaje y ver el desfallecimiento del piloto, Wildey intentó sin éxito reanimarlo y se sentó ante los mandos. Vio las luces del aeródromo de Sandtoft, de donde habían partido. Era ya de noche. Los controladores creyeron que era mejor dirigirlo al aeropuerto de Humberside, con más servicios y una pista más larga. Tras trazar circunferencias en torno a Sandtoft, siguió las instrucciones de Roy Murray para dirigirse al de Humberside. Allí dio, sin luces, cuatro vueltas en torno a la pista, la última muy mala, y los controladores decidieron que había que aterrizar.

«Yo sabía que había que tirar hacia atrás del mando para no caer con el morro por delante», decía el piloto improvisado. Es lo que le pedían los instructores. «Y fueron bum, bum, bum, tres o cuatro golpes. No encontraba el freno, pero logré pararlo». El instructor dijo a las cámaras: «Sólo sé que se llama John».