Sede de la Reserva Federal en Nueva York. :: CHIP EAST / REUTERS
Economia

La Reserva Federal empezará a retirar los estímulos antes de final de año

Las Bolsas europeas pinchan por el temor a que otro episodio de desaceleración económica pueda extenderse por el mundo

MADRID. Actualizado: Guardar
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En el foco de las miradas de agentes económicos de todo el mundo, los miembros del directorio de la Reserva Federal se apuntan a actuar sin urgencias. El banco central de Estados Unidos retirará su oferta de compra masiva de bonos, por importe de 85.000 millones de dólares cada mes, antes de que termine el año, pero sus dirigentes han decidido, por unanimidad, no hacerlo de forma inmediata. Así aparece reflejado en el acta de la reunión de política monetaria celebrada entre el 30 y 31 de julio, difundida ayer.

El registro escrito pone de manifiesto la ya tradicional división de opiniones. Mientras las tesis del presidente Ben Bernanke gozan de apoyo mayoritario, en la idea de que aún es pronto para renunciar a los incentivos a la espera de conocer la evolución de la producción y del paro, también se escucharon las voces, cada vez más reforzadas, de los partidarios de la no intervención. En definitiva, entre los miembros de la Fed todavía no hay un acuerdo sobre si el mercado del empleo está lo suficientemente sólido pese a las mejoras registradas: en julio, la tasa de paro se situó en el 7,4%, aún muy distante del pleno empleo fijado en el 5%. También les inquieta el modo en que podría afectar al crecimiento el fin del programa, combinado con tipos de interés próximos a cero, históricamente bajos.

«Bajo esa perspectiva, si las condiciones económicas mejoran según lo esperado, el Comité moderaría el ritmo de sus compras de títulos a finales de año, y si las condiciones económicas continuaran desarrollándose según lo anticipado el Comité reduciría gradualmente sus compras y concluiría su programa de compras a mediados de 2014», refleja el documento.

En todo caso, los registros de la reunión de directivos del banco central no dan pistas del posible calendario de la supresión de incentivos. Hasta el final del ejercicio quedan tres reuniones decisivas en las que la Fed podría adoptar la decisión, las de septiembre, octubre y diciembre.

A la espera de conocer esta información, los mercados de valores europeos sufrieron un tercer pinchazo consecutivo. El Ibex-35 perdió la referencia de los 8.500 puntos, al retroceder el 0,48% en una sesión en la que los inversores siguieron con la vista puesta al otro lado del Atlántico. Nadie estaba dispuesto a apostar, sin despejar antes la incertidumbre de los argumentos que el pasado 31 de julio manejaron los miembros del directorio del banco central más poderoso del mundo para decidir cuando desactivan el cebo de la bomba de los estímulos económicos. Indecisas, otras bolsas europeas cerraron también levemente a la baja, perdiendo Londres un 0,97%, París un 0,34% y Fráncfort un 0,18%, respectivamente.

Una mayoría de los grandes valores del Ibex-35 bajaron, desde la aseguradora Mapfre, que perdió el 1,45%, hasta los títulos bancarios y energéticos, así como las constructoras y las telecomunicaciones. Se salvaron FCC, que repuntó el 2,43%, Sacyr, con su revalorización del 2,24% y Bankinter, con alza del 1,33%. Al descenso del indicador contribuyó la apertura en rojo de Wall Street, que en los primeros compases de la sesión perdió los 15.000 puntos. Era su sexta jornada a la baja.

Grecia y Portugal

La prima de riesgo de España repuntó muy ligeramente, apenas dos puntos básicos, para quedar en 265 al cierre de las Bolsas, pero las exigencias de rentabilidad de las obligaciones a diez años escalaron el 4,5% en el mercado secundario. La buena noticia de los mercados de deuda europeos se localizó en Portugal, que consiguió financiarse con un interés inferior al de la última subasta equiparable, una ligera mejoría que vuelve a permitir al país distanciarse de Grecia, envuelta en rumores sobre un posible tercer rescate.

En su primera subasta después de la crisis política que puso en riesgo la continuidad del Gobierno conservador, el Tesoro luso colocó en el mercado mil millones de euros en deuda a corto plazo, el máximo de su emisión. En concreto, vendió 700 millones de euros en títulos con vencimiento a doce meses a una tasa del 1,62 %, una décima menos que en la subasta a ese mismo plazo de julio; y otros 300 millones al 0,76 % de interés, prácticamente igual que en la anterior emisión equivalente. Hace un año, el país vecino tenía que ofrecer el doble de rentabilidad a estos mismos plazos.