Reproducción en miniatura de la Iglesia de San Marcos de Zagreb en Bruselas. :: LAURIE DIEFFENBACQ / AFP
MUNDO

Croacia cruza la meta de Europa

El país de la exYugoslavia ingresará mañana en club de la UE con deberes pendientes y el temor de alemanes y nórdicos a una oleada migratoria

VARSOVIA. Actualizado: Guardar
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Croacia, un pequeño país de la antigua Yugoslavia de 4.200.000 habitantes que se independizó en 1991 tras una cruenta guerra contra Belgrado, se convertirá mañana en el miembro número 28 de la Unión Europea (UE). La aventura comunitaria ha exigido al flamante socio un esfuerzo de una década, en la que ha realizado profundas reformas económicas y de la Administración pública, luchado contra la corrupción y modernizado las principales vías de comunicación y las infraestructuras turísticas del territorio.

En términos de desarrollo humano, según el último informe de la ONU, el nuevo miembro de la Europa comunitaria ocupa el puesto 47 sobre un total de 187 Estados analizados. Traducido a situación económica y bienestar social, esto significa que Croacia, con un PIB por habitante de 11.800 euros, frente a los 13.600 de Polonia, se encuentra en una zona intermedia entre los países de la antigua Europa comunista. Es menos próspero que Chequia, Eslovenia, Eslovaquia, Polonia, Hungría, Estonia y Lituania, está a la par que Letonia y muy por delante de Bulgaria, Rumanía, Macedonia, Montenegro, Serbia y Bosnia-Herzegovina. Considerada por el Banco Mundial como una «economía de mercado de altos ingresos», Croacia tiene un sector productivo basado mayoritariamente en los servicios. El turismo representa el 20% del PIB.

Después de haber franqueado el paso a un grupo de países de la antigua Europa comunista, además de Chipre y Malta, en 2004 y 2007, los dirigentes comunitarios decidieron abrir las puertas de la Europa más avanzada a la antigua Yugoslavia. Y junto con la próspera Eslovenia, Croacia era el único Estado con capacidad para adaptarse rápidamente a las exigencias de Bruselas. Zagreb tiene pendientes todavía muchos deberes para converger con la UE, sobre todo en materia de modernización del Estado y en la lucha contra la corrupción, pero la UE está satisfecha del trabajo llevado a cabo por los gobernantes croatas.

Bruselas afronta el ingreso de Croacia como un hito «histórico», en palabras del presidente del Consejo, Herman Van Rompuy. Los dirigentes europeos consideran también que la presencia croata abre una puerta a Serbia. Por eso el viernes, el Consejo Europeo dio luz verde a las negociaciones con Belgrado de cara a su adhesión al selecto club europeo. El primer ministro croata, Zoran Milanovic, y otros dirigentes del país están convencidos de que la pertenencia a la UE resultará muy positiva en términos de desarrollo económico y bienestar social y es la mejor manera de que los ciudadanos de este país superen definitivamente el trauma que supuso la guerra hace ya más de 20 años.

Nueva frontera externa

Pero no todo es de color rosa en esta operación. Gran parte de la población de Croacia ha conseguido superar el pasado, pero algunas secuelas permanecen. Con una renta per cápita de apenas el 60% de la media europea, más de 22% de desempleo y un salario mínimo de 376 euros, algunos de los países más ricos de la UE, fundamentalmente Alemania y los nórdicos, temen una nueva oleada de inmigración a partir de mañana, como ocurrió con Bulgaria y Rumanía.

La corrupción es uno de los grandes problemas que los esfuerzos de Zagreb no han conseguido atajar. Croacia, que se convierte en una nueva frontera externa de la UE, tendrá que gestionar adecuadamente sus relaciones con Bosnia y evitar conflictos en torno a la franja de territorio de Neum, que pertenece a los bosnios. También las disputas fronterizas en el Mar Adriático entre Croacia y Eslovenia han sido moneda corriente en los últimos años, y en 2009 Liubliana bloqueó el proceso de adhesión croata a la UE. Es otro frente complicado para Zagreb, pero también para Bruselas.