Educación

No hay cambio de gobierno que no lleve el consiguiente vuelco de las leyes educativas. La actual reforma sería la séptima. Imagínense lo que es eso, en poco más de treinta años se han ido sucediendo cambios profundos en la escuela a golpe de leyes que no dejaban consolidarse las anteriores. ¿A qué nos lleva esto? Miramos con envidia los datos de otros países, sus estadísticas y buenos resultados, intentamos mal copiarlos aquí sin saber que los sistemas son difíciles de trasplantar, pues las sociedades son distintas, nos quedamos en lo superficial de esos sistemas envidiables y no entramos en valorar por qué están así. Países que respetan sus sistemas educativos y que los dejan al margen de la guerra de partidos e ideologías sectarias. Un pacto en educación, palabras mágicas más que necesarias, pero que se quedan lejos de lo que sería no solo lo ideal, sino lo lógico. El cambio en la escuela debe venir desde dentro, de la comunidad educativa. La escuela al margen de los cambios de gobierno y con los pilares básicos que marca el artículo 27 de la Constitución para ella. ¿Se necesita algo más? A los partidos habría que pedirles que dejen a la escuela tranquila, que se preocupen por hacer cumplir el artículo 27 de nuestra Carta Magna. Si seguimos por estos derroteros de mejorar la escuela a base de real decreto, mal iremos. Si nos olvidamos que la enseñanza básica es obligatoria y gratuita y que todos tenemos derecho a la educación, seguiremos empujando nuestro futuro al fracaso.