Sociedad

Sebastião Salgado retrata la pureza salvaje

El fotógrafo brasileño recorre en 'Génesis' los parajes del planeta aún a salvo de la degradación humana Ha recorrido «del hielo al trópico» más de treinta países a lo largo de ocho años para trazar en 400 imágenes su «carta de amor a la Tierra»

MADRID. Actualizado: Guardar
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«He buscado cuanto hay de puro en el planeta». Sebastião Salgado (Aimorés, Minas Gerais, 1944) resume así su último y ambicioso proyecto, un extenuante y esperanzador viaje de ocho años en pos de la pureza salvaje que le ha llevado a los confines del planeta aún vírgenes. Desiertos de arena o hielo, océanos, montañas, sabanas, selvas habitada por tribus aisladas o especies amenazadas. Los retrata en blanco y negro, con su magistral estilo que consiste en no tener estilo, en no interferir en lo que fotografía y trasmitir con plena potencia su sobrecogedora belleza. 'Génesis' es su proyecto de más envergadura y se sustancia en dos volúmenes con más de 400 instantáneas que publica Taschen, una exposición que recorrerá medio mundo y un documental de Win Wenders.

Es fruto de su épica expedición entre 2004 y 2012 para redescubrir esos parajes a salvo de la acción humana y la degradación moderna. «El 46% de la Tierra permanece como en la época del Génesis -apunta- y debemos conservarlo». Un trabajo con el que culmina su carrera y que es «mi carta de amor a la Tierra».

Príncipe de Asturias de las Artes en 1998, Salgado ofreció en 2006 en Oviedo una primicia con cien imágenes de su vasto proyecto. Un viaje a los rincones más desolados y bellos del globo para evidenciar «que los humanos somos naturaleza y hemos de comprender la diversidad del planeta para salvarlo». «No creo que mis fotografías cambien el mundo, pero quiero que ayuden a comprenderlo» aseguró entonces, empeñado en mostrar «la megadiversidad» de la Tierra y denunciar como «hemos destruido ya un 56% del planeta, algo de lo que la mayoría de no es consciente».

Además de mostrar su belleza, quiere revertir el daño que causamos al planeta y conservarlo. Para lograrlo ha recorrido 32 países llegando a sus parajes más remotos y salvajes. «Del hielo al trópico» viajó a pie, en avioneta, buques, canoas o globos, con calor y frío extremos, y en condiciones a menudo peligrosas. Un proyecto posible gracias al Instituto Terra fundado por Salgado y su esposa y colaboradora, Léila Wanick, para contribuir «al desarme y a la recuperación ambiental del planeta». «Es un proyecto militante por la paz -dicen- que persigue apaciguar la dura relación entre el bicho urbano en que nos hemos convertido y el planeta que hemos construido».

Sus espectaculares imágenes muestran la naturaleza, los animales y los pueblos indígenas con un esplendor que arrebata. Fiel al blanco y negro, a la contención técnica y a una sencillez que siempre acierta en convertir en grandeza, Salgado infunde una densa textura emocional y material a sus fotos de modo que incluso los detalles más pequeños se revisten de importancia.

Ha plantado sus Leica y su Pentax de mediano formato ante parajes, etnias y especies amenazadas, como los gorilas del Congo o las orcas y ballenas de la Patagonia. «Animales que me han demostrado que el ser humano no es el único ser racional sobre la Tierra, que sus relaciones familiares, por ejemplo, son tan verticales y profundas como las nuestras».

Su exploración de la biodiversidad y los orígenes de la vida le ha situado ante enclaves, especies y tribus aún no contaminadas o destruidas como los pingüinos, leones marinos, cormoranes y ballenas del Atlántico Sur o los caimanes yacaré y jaguares de Brasil. En África ante leones, leopardos y elefantes. La tribu de los Zo'e, aislada el corazón de la selva amazónica, la neolítica etnia korowai en Papúa, los nómadas dinka en Sudán, lo nénets y sus manadas de renos en el Ártico y los mentawai de Sumatra. El mundo helado de los icebergs Antárticos los glaciares de Alaska, los volcanes de África Central, las Galápago y la península de Kamchatka. Los desiertos saharianos, los ríos amazónicos o las gargantas del Gran Cañón.

Crecido en una hacienda de Brasil, siente Salgado un profundo amor y respeto por la naturaleza. Su trabajo denuncia el devastador efecto de la acción humana y la desigualdad que genera el desarrollo que castiga los desheredados. El interés por sus semejantes y los entornos que devasta o le devastan son el alma de series como 'Trabajadores' (1993), que documenta las terribles condiciones de vida de obreros de todo el mundo, o 'Éxodos' (2000), una poética crónica de la emigración masiva provocada por la hambruna, los desastres naturales, el deterioro medioambiental y la presión demográfica. Otros de sus míticos trabajos son 'Américas' (1986), 'Sahel, el fin del camino' (1988), 'Terra' (1997), 'Retratos' (2000) y 'Africa' (2007).

Tomó Salgado por primera vez una cámara con 26 años y cambió la manera de mirar, sentir y estar en el mundo del prometedor economista que era. Necesitó años hasta ganarse la vida como fotógrafo y tomar el testigo de grandes maestros. Trabajó con las míticas agencias Sygma, Gamma y Magnum hasta que en 1994, junto con su esposa, creó Amazonas images, que se encarga de sus fotografías en exclusiva.