Sociedad

Últimos martillazos en la Capilla Sixtina

ROMA. Actualizado: Guardar
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Bajo el 'Juicio Final' de Miguel Ángel resuenan martillazos y taladros sin ninguna solemnidad. Tres trabajadores grapan la tela a la rampa que sube al estrado instalado en la parte central de la Capilla Sixtina. Pero las cuatro filas de mesas ya dispuestas a lo largo del templo con manteles rojos evocan los cruciales momentos que se van a vivir aquí a partir del martes. A tres días del cónclave el Vaticano dejó ayer entrar a la prensa antes de que las puertas se cierren definitivamente a la espera de los cardenales. Un responsable advirtió antes de subir que no era una visita turística sino de trabajo y el grupo de periodistas asintió con seriedad. Pero nada más entrar en la Capilla Sixtina todos empezaron a hacerse fotos unos a otros, como niños de excursión. El móvil no tenía cobertura. Ya están funcionando los inhibidores de frecuencias que impiden comunicarse con el exterior y anulan hipotéticos micrófonos que hubiera colocado algún espía. La Sixtina, sin gente, parece más pequeña, pero basta alzar la vista para sentirse en un lugar inconmensurable. Es lo que probablemente harán en muchos momentos durante el cónclave, sentados cada uno en su silla con su conciencia, los 115 cardenales que elegirán el nuevo Papa. Pasearán la vista por profetas y sibilas y sentirán que dos mil años de historia desembocan en ellos. Luego tendrán que escribir el nombre de la persona que creen más idónea para ser Papa y, cuando sea su turno, levantarse y atravesar la capilla con la papeleta en lo alto de la mano hasta el fondo, donde estará la urna, delante del altar.

Ayer parecía un lugar modesto, con seis cirios y un crucifijo, empequeñecido por el 'Juicio Final'. Pero es ahí donde se decidirá todo. Cada cardenal debe pronunciar estas trascendentales palabras al depositar su voto: «Llamo como testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a aquel que, según Dios, considero que deba ser elegido». Es una fórmula abrumadora que debería ahuyentar los cálculos y tácticas que estos días se atribuyen a las camarillas de cardenales. El voto se convierte en algo divino. La atmósfera grandiosa de la Capilla Sixtina crea el mejor clima posible. Quién sabe cómo sería antes, pues con el cónclave del martes solo 25 habrán sido celebrados aquí. Los demás fueron un peregrinaje por distintas ciudades y sedes.