cuaresma

Cádiz se agarra al bálsamo del Medinaceli

Santa Cruz congrega a cientos de personas

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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A la luz del sol invernal del Campo del Sur las penas dejan de ser silentes. Ese drama que suele ir por dentro viaja de puntos diversos de la Bahía, recala y se hace visible en Santa Cruz. Allí, en un cola los gaditanos purgan una penitencia, imploran auxilio, claman esperanza. El rojo de los claveles que portan connota Pasión, sangre y también sufrimiento. Ya en el interior, aguarda la recompensa a una espera de rostros divididos entre la esperanza, la tristeza y la devoción. El Medinaceli, la devoción madrileña que Cádiz hizo suya, da un paso al frente y su pie se convierte en bálsamo de las aflicciones de los gaditanos. «Trabajo, trabajo y más trabajo», musitaban los integrantes de una cola más extensa y heterogénea de lo normal en un primer viernes de marzo.

Hasta la salud quedó eclipsada a las plantas del Jesús 'El Pobre' más gaditano para el que no había otro grito silente que el de aclamar trabajo para hijos, nietos, sobrinos o para uno mismo. Y es que la cola este año ganó en heterogeneidad. Al predominante público femenino y mayor, se sumó la presencia de jóvenes que se acercaron hasta los pies del Medinaceli con la esperanza de un cambio, un milagro que parece antojarse complicado.

El Señor lucía en la capilla de la titular mariana de la corporación, exornado con las mismas flores que acabaron alfombrando sus plantas en forma de donaciones. Mientras, Santa Cruz funcionó a pleno rendimiento a lo largo de toda la jornada con numerosas misas (la última presidida por el obispo) y un turno constante de confesionario donde encontrar la paz necesaria. El sosiego de unos tiempos en los que hasta la esperanza se cotiza alto.