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Rubalcaba da carácter prioritario a una reforma constitucional

El secretario general socialista sostiene que España vive una «emergencia nacional» y conmina a Rajoy a sellar un pacto por el empleo

MADRID. Actualizado: Guardar
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No olvidó su exigencia de dimisión. Es más, Alfredo Pérez Rubalcaba volvió a advertir a Mariano Rajoy de que su reacción ante los escándalos de corrupción que sacuden al Partido Popular debilita y condiciona la acción de Gobierno, pero no quiso hacer de este asunto el eje principal de su discurso. Su tesis fue otra, más de fondo: la de que la situación que atraviesa España es tan grave que puede calificarse de «emergencia nacional», que desde la Transición no se había vivido un momento tan crítico y que es el momento de abrir una reforma de la Constitución que sea pactada por todas las fuerzas.

«Creo que el acuerdo no es garantía de que las cosas salgan bien -convino- pero sin acuerdo no hay salida». La oferta sirvió de poco. El presidente del Gobierno ni siquiera la tomó en consideración. Bien es cierto que ya en su discurso inicial había dejado caer que, a su juicio, no es momento de abrir ese melón, pero lo había hecho en relación a la demandas de los independentistas catalanes. Y Rubalcaba no solo habló de responder con eficacia a las tensiones territoriales, también defendió la reforma constitucional como fórmula para «rehacer consensos sociales», para cambiar la relación entre política y ciudadanía o para blindar la Sanidad como derecho fundamental.

Es una propuesta que ya había planteado hacía meses en los órganos internos de su partido pero le quiso dar carácter prioritario en el Debate sobre el estado de la Nación. Y no fue la única. También insistió en la necesidad de alcanzar un pacto por el empleo junto a las organizaciones sociales y los sindicatos y de paralizar los desahucios en tanto la ley que se tramita actualmente en el Parlamento no entre en vigor. «Estas tareas son urgentes y la experiencia demuestra que no puede hacerlas un Gobierno solo, ni un partido solo, ni siquiera la Cámara -dijo con la vista puesta, de nuevo, en la Transición-; son tareas compartidas».

Aún así, y pese a la mano tendida, el secretario general del PSOE no se limitó a emplear ese tono conciliador que tantas críticas le costó en debates previos desde sus propias filas. Rubalcaba atacó al jefe del Ejecutivo con contundencia. «Usted no es capaz de sacar a España adelante», llegó a decirle. «Estamos intervenidos», alegó en referencia a las condiciones impuestas por Bruselas a cambio de las ayudas para el sistema financiero. «Dijeron que iban a crear empleo y crearon una máquina de despido rápido y barato», reprochó. «Los españoles están más indefensos respecto a la enfermedad»...

«Derecho a rectificar»

A cambio, tuvo que encajar un duro golpe. Rajoy cuestionó su legitimidad para hablar ahora de crecimiento, de pensiones, o de desigualdades sociales y exigir unas políticas que nada tienen que ver con la gestión realizada por el Ejecutivo del que él fue vicepresidente. Y Rubalcaba asintió, pero no se arredró. «Reclamo mi derecho a rectificar como partido -adujo-. Si lo practicáramos todos esta Cámara tendría más respeto. No me cuesta nada decir que cada vez que hay un desahucio pienso 'maldita sea, por qué no arreglamos aquello'».

El líder de la oposición no se olvidó tampoco, en cualquier caso, de la corrupción. Insistió en su idea de que sea la Audiencia Nacional la que juzgue los casos que afectan a los servidores públicos, de prohibir las donaciones a partidos por parte de quien tiene contratos con la Administración y de vetar para siempre a aquellas empresas que corrompan. Pero, sobre todo, advirtió a Rajoy de que sus propuestas, el endurecimiento de penas y el aumento de los plazos de prescripción del delito, deben tener «carácter retroactivo».

Rubalcaba no cuestionó en ningún momento la honestidad personal del presidente del Gobierno pero le echó en cara su tibieza. «Su afán de defender a los suyos se ha antepuesto a su obligación de defender el interés general», dijo. En la lista citó la cobertura que dio al ex presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, al balear Jaume Matas e incluso al extesorero del PP Luis Bárcenas.

«¿Cree que se puede gobernar pendiente de que a Bárcenas le entre un ataque de sinceridad? -apuntó-. Por eso le pedí que diera paso a otro presidente. La decisión ahora es solo es suya».