REFLEXIONES

HISPANOS Y GADITANOS

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Resulta que España es campeona del mundo de balonmano. Resulta que el Mundial se celebraba en España y resulta que hasta ayer muchos no sabían ni que existía Mundial, incluso me atrevería a decir que ni siquiera sabían que existía el balonmano. Pero en cuestión de horas les iba la vida en la victoria de los 'hispanos' y se emocionaron con la unión que vieron en los jugadores y sus familias al término del 'pseudopartido' ante Dinamarca.

Digo 'pseudopartido' porque la finalísima, esa que para ganarla debíamos apelar a una proeza ante los actuales campeones de Europa, terminó siendo una pachanga de solteros contra casados durante más de media hora. Los daneses se olvidaron de competir, desconectaron, guardaron su tradicional 'traje' de guerreros para acomodarse en la frialdad personal que tanto se estereotipa por esos lares norteños y terminaron condenados a la derrota, desahuciados en la pista, sin saber muy bien cómo y por qué habían terminado así lo que habían imaginado una final feliz.

Y no, no estoy hablando del balonmano gaditano, aunque podría extrapolar perfectamente estas últimas líneas. Da un poco de pena pensar que no se tiene en cuenta el buen trabajo que han realizado algunas personas en la provincia, formando a jóvenes en clubes, fomentando este deporte en las escuelas. personas como Manuel Gil o Javier Mayo en el BM Gades, que se las ven y se las desean para encontrar apoyo de los mismos empresarios que ayer les dirían a sus hijos frente a su televisor que el balonmano es maravilloso.

Porque por un lado tenemos a los hispanos, que ganan títulos, y por otro a los gaditanos, a los que un ascenso puede ocasionarle un problema por incapacidad económica para afrontar ciertos gastos y un descenso la desaparición definitiva de la entidad. Abocados a un segundo, o tercer plano permanente, a disfrutar de su deporte en silencio y sin repercusión, pero como una gran familia.