Apuntes

Alerta roja

Sólo la economía sumergida y, como advertía la Fiscalía, el número cada vez mayor de personas que se dedican al tráfico de drogas, pueden explicar que no se produzca un estallido social en la provincia

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Los adjetivos para calificar los niveles de desempleo que padece la provincia se están acabando. Una tasa de paro de más del 40% es simplemente insostenible. Más allá de analizar las causas de porqué la provincia ha llegado a meterse en este agujero negro, hay que mirar al futuro y empezar a buscar soluciones de emergencia. La mesa de trabajo formada hace dos semanas por PP y PSOE, cuando los líderes provinciales de ambas formaciones se sentaron para buscar políticas comunes, tiene que empezar a traducirse -sino en soluciones inmediatas- al menos sí en propuestas que puedan sentar las bases para frenar esta caída libre y empezar a remontar.

Seguir así es sencillamente imposible. La cohesión social está en peligro. De hecho, en una provincia con 233.600 desempleados y 76.000 hogares con todos sus miembros en paro, tan sólo la economía sumergida puede explicar que la provincia no haya estallado ya en mil pedazos. Y lo que es más peligroso, el tráfico de drogas. La última memoria de la Fiscalía ya lo advertía: el número de personas que se dedican a traficar con sustancias estupefacientes cada día es mayor a causa de la crisis. A distintos niveles, pero cada día más gente ve el 'trapicheo' o los alijos como una solución a sus problemas económicos. Bien lo saben en municipios como Barbate o Sanlúcar. Y no sólo personas jóvenes. Esta misma semana la Guardia Civil detuvo a un hombre de 72 años, sin antecedentes, que trataba de introducir por Tarifa más de dos kilos de hachís ocultos en la ropa.

La provincia de Cádiz, por duro que suene, atraviesa uno de los peores momentos de su historia. Nunca alcanzó tal nivel de desempleo. El siguiente paso, y empieza a haber peligrosos indicios, es la fractura social. Si se produce, las consecuencias pueden ser inimaginables.