MUNDO

Una heroína fuera de moldes

La directora del colegio Sandy Cook perdió su vida al enfrentarse al atacante y avisar del peligro a los profesores

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Dawn Hochsprung no era la típica directora de un colegio. Con su amplia sonrisa, calidez, y su entrega total al cuidado de sus alumnos gozaba de un profundo respeto y cariño de niños, docentes y padres. Apenas llevaba dos años al frente del Sandy Hook, pero ya era una leyenda en el colegio. Por eso las lágrimas no pudieron ocultarse del rostro de todos los que la admiraban. Días antes de la trágica mañana del viernes, parece que sentía un mal presentimiento. Una de sus últimas circulares hacía referencia a la seguridad en los centros escolares e informaba del cierre de las puertas después de las 9.30 para todo el personal. Adam Lanza, sin embargo, se adelantó un cuarto de hora, justo cuando Hochsprung salía de una reunión y se enfrentaba cuerpo a cuerpo a él mientras lanzaba gritos de advertencia que le costaron la vida.

Probablemente sin Hochsprung la tragedia hubiera tenido consecuencias más terribles. Pero quienes la conocían no consideran extraña su heroicidad. «No me sorprende que diera su vida de esta manera, tratando de proteger a sus estudiantes», reconoce el concejal principal de Woodbury, Connecticut. A sus 47 años, era considerada una auténtica revolucionaria de la enseñanza y una educadora «madura, muy inteligente y llena de vida» que sentía una profunda devoción por su trabajo.

Además de dirigir Sandy Hook y atender a sus dos hijas y tres hijastras, se había inscrito en un programa de posgrado en la prestigiosa Escuela de Educación Esteves en Nueva York. Su objetivo era estar al tanto de las últimas técnicas de la enseñanza para introducirlas en sus aulas. Suya fue la idea de implantar la 'Appy Hour', consistente en compartir con los profesores aplicaciones de iPad que facilitan el aprendizaje.

Educadora moderna

Hochsprung era plenamente consciente del importante papel de las nuevas tecnologías para el presente y el futuro. Por eso era una activa usuaria de Twitter, en cuya cuenta -que ahora cuenta con su perfil enmarcado en negro- contaba las novedades relacionadas con el colegio. En una de sus últimas entradas se mostraba orgullosa de los preparativos realizados por alumnos de cuarto grado para el concierto de Navidad y contaba que los niños habían aprendido tres comportamientos importantes: atención, reconocimiento y aplauso.

«Ella no era el tipo de director que recuerdo cuando era niña», decía Diane Licata, una madre de dos niños de primer y segundo grado que resalta que Hochsprung «se acercó a los estudiantes y les hizo sentirse cómodos con ella». «Definitivamente ella dio ese paso extra», añade. Prueba de ello fue su idea de organizar el 'Wacky miércoles', una jornada festiva en la que invitaba a los niños a vestir como sus personajes favoritos.

Era raro el día en que los niños llegaban a casa sin contar historias de lo que la directora había hecho ese día, recuerda con ternura Licata. Pero a pesar de esa alegría que infundía y esa aparente ligereza y relajación, se tomaba muy en serio las políticas sobre la enseñanza. Precisamente era quien distribuía artículos largos a sus compañeros de trabajo sobre los debates en Washington y anuncios del secretario de Educación, Arne Duncan. Nadie duda, por tanto, que con la muerte de Hochsprung se ha ido el corazón de Sandy Hook.