Imagen de los expositores en la edición anterior. :: ANTONIO VÁZQUEZ
CÁDIZ

Vuelve la dulzura monacal

'Qué rico Dios mío' abre su XVIII edición con repostería de 12 conventos

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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El palacio rosado, que fuera sede de la vieja aduana y ahora acoge la Diputación Provincial en la plaza de España, perderá esta tarde su forzoso carácter gris de administración para llenarse de cremas, natas y bizcochos que lo conviertan en templo del dulce por un día (que es lo que suelen durar las delicias a la venta) aunque están programadas tres jornadas de venta.

Desde 1996, durante 18 años consecutivos, la sede de la Corporación acoge la muestra de comercio benéfico 'Qué rico Dios mío' que reúne lo mejor de los postres elaborados según tradiciones seculares por las monjas de los conventos de la provincia. Es una cita ya convertida en ritual obligatorio que forma colas llamativas entre los amantes de esta mezcla lograda de repostería, Navidad y solidaridad.

La edición de 2012 comienza hoy a las 18 horas y está previsto que se prolongue sábado y domingo, de 12 a 14.30 horas y de 18 a 21.30.

Esas dos jornadas completas y ese horario sólo serán posibles si queda material a la venta, algo que no ha sucedido en los últimos años. La expectación que se crea en los dos primeros días provoca frecuentemente el cierre dominical, tan apropiado, por falta de material. Todo se agota antes.

La vicepresidenta de Diputación, Mercedes Colombo, y el responsable de la Institución Ferial de la institución, Aurelio Sánchez, presentaron ayer la reedición que arranca hoy y que contará con unos 4.000 kilos de doce conventos distintos. El objetivo de la iniciativa, explicaron Colombo y Sánchez, es recaudar fondos para la supervivencia de estas comunidades (y de la ayuda social que prestan) así como promocionar los productos que venden todo el año, en los tradicionales tornos, para crear en los ciudadanos el hábito de consumirlos más allá de la Navidad. Los promotores, incluso, comentaron que tienen la esperanza de que sirva para fomentar la visita turística y gastronómica a las localidades que acogen los conventos.

Este año, la docena de grupos de monjas participantes proceden de Cádiz, Arcos, El Puerto, Jerez, Medina Sidonia y Sanlúcar de Barrameda.

Aurelio Sánchez destacó también la enorme variedad de especialidades que ofrece la repostería de los conventos, más allá de los alfajores, bolitas de coco, delicias, pestiños, rosquillas, pestiños, mazapán o el Rompope, singular licor que elaboran con una antigua fórmula las monjas Agustinas del convento asidonense.