Una familia viaja en moto frente a los tanques del Ejército. :: PATRICK BAZ / AFP
MUNDO

El Ejército se suma a la llamada desesperada de Mursi al diálogo

El presidente egipcio baraja aprobar un nuevo decreto que permita a los militares volver a arrestar civiles

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Llevaba meses alejado de la primera fila de la política, pero el Ejército egipcio reapareció ayer para advertir sobre las «catastróficas» consecuencias que pueden tener para el país una prolongación de la actual crisis y para llamar al diálogo a las partes enfrentadas. Las negociaciones, por ahora, no parece que vayan a sacar a Egipto del atolladero. La oferta de un diálogo nacional que hizo el presidente Mohamed Mursi fue respondida ayer por un puñado de grupos y figuras casi todos ellos de perfil islamista, mientras que el grueso de la oposición laica se enroca en sus posiciones.

La confrontación entre el mandatario y sus seguidores islamistas y la oposición laica por el borrador de la Constitución tiene todavía potencial para aumentar más escalas. Ayer se conoció que Mursi estaría a punto de sacar un nuevo decreto que otorgaría poderes al Ejército para participar en el mantenimiento de la seguridad en el país, con el que los militares podrían volver a arrestar civiles. El decreto aún no ha sido anunciado, pero el diario Al-Ahram asegura que ya había sido aprobado por el Consejo de Ministros.

Este nuevo decreto estaría vigente, según el diario, hasta que se apruebe la Constitución y se celebren elecciones legislativas, que deberían tener lugar dos meses después del referéndum constitucional, fechado para el próximo 15 de diciembre. La medida parece indicar que, en el actual estado de división social y tensión del país, donde se han producido al menos seis muertos y más de 400 heridos en los últimos días, Mursi podría necesitar al Ejército para asegurar la celebración del referéndum.

Los militares llamaron ayer al diálogo y señalaron que la solución a la agitación que vive el país no debe ir en contra de la «legitimidad y las reglas de la democracia», una llamada de atención quizás a los opositores más radicales, cuyo mensaje en las calles ha pasado de la protesta contra la Constitución y el polémico decreto de Mursi, con el que se ha blindado ante la Justicia, a la llamada al «derrocamiento del régimen». El Ejército ha sufrido para poder lavar su imagen después de que la junta militar se situara durante un año y medio al mando del país tras la caída de Hosni Mubarak.

Quizás por eso su mensaje, además de intentar presionar a ambas partes para que inicien un diálogo «serio», quiso ser conciliador. «Las fuerzas armadas siempre están del lado del pueblo», dijo el Ejército, posiblemente un preparatorio por si tienen que volver a patrullar las calles como parece indicar el nuevo decreto. Pero si el diálogo que se pide es «serio», el que tuvo lugar ayer en El Cairo no parece tener, sin embargo, mucha credibilidad. El propio 'rais' abandonó la negociación y la dejó en manos de su vicepresidente, Mahmud Mekki. A tenor de los asistentes que participaron, en su mayoría islamistas, como los líderes del brazo político de los Hermanos Musulmanes de los partidos salafistas, parece que poca disensión se podía producir.