Artes de marisqueo incautadas por la Guardia Civil en las costas de Doñana. :: EFE
ANDALUCÍA

Los guardianes de Doñana

A cada agente de este departamento especial le corresponde la vigilancia de 16.000 hectáreas de este espacio protegido

HUELVA. Actualizado: Guardar
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Un sargento, dos cabos y siete guardias civiles integran el Departamento de Protección de la Naturaleza (Deprona) de Doñana, la unidad específica de la Guardia Civil para la defensa ambiental de las 160.000 hectáreas del Espacio Natural de Doñana, suma de los parques nacional y natural. Aunque este Deprona es el destacamento más potente de los creados por el Seprona en España, a cada agente le correspondería asumir, teóricamente, la custodia de 16.000 hectáreas de Doñana.

Pese a ser uno de los principales espacios protegidos de Europa y haber sido declarado Patrimonio de la Humanidad, Doñana está cercada por crecientes amenazas ambientales ante las que se ofrece una débil respuesta administrativa por su difícil gobernanza, entrecruzada por todas las administraciones y propietarios posibles. Pero el Deprona es piedra angular de este complejo entramado como lo reflejan las más de 600 actuaciones que realiza cada año sobre este espacio protegido, según ha destacado a la Agencia EFE el sargento jefe de esta unidad, Carlos Jaén.

Uno de los últimos ejemplos de este rompecabezas son los llamamientos de cargos públicos del PSOE de Huelva para que la Guardia Civil no cense los pozos y balsas del Espacio Natural de Doñana, como le ha ordenado la Fiscalía de Medio Ambiente para dirimir cuáles son ilegales, lo cual supondría un delito de prevaricación de los agentes. Los vertidos contaminantes, el furtivismo, el marisqueo ilegal, la lucha contra el veneno o la preservación de especies protegidas son otras responsabilidades que asumen estos once agentes. Además, el Deprona combate delitos menos específicos pero no por ello menos intensos en Doñana, como la vulneración de la ordenación del territorio o el narcotráfico, fenómeno con una larga tradición en las playas atlánticas, donde los alijos de hachís no suelen bajar de una tonelada, y creciente en el río Guadalquivir, convertido en un punto caliente para el desembarco de droga.

El reciente envenenamiento de un águila imperial ibérica -especie en peligro de extinción- y de dos crías se achacó a narcotraficantes que quisieron eliminar así la vigilancia de técnicos medioambientales junto a este nido, ubicado cerca de un carril por donde alijaban droga.

El aumento del paro en los municipios de Huelva, Sevilla y Cádiz donde se ubica este espacio protegido ha incrementado las denuncias de furtivos y mariscadores ilegales, así como de otras actividades económicas como la recogida no autorizada de piñas. El uso de veneno en cotos de caza, penado legalmente, también ha sido detectado por el Deprona en la periferia del parque nacional de Doñana donde se combate con la ayuda de los perros adiestrados del programa Antídoto de la Junta de Andalucía. La conservación de especies emblemáticas es otra tarea del Deprona.