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Los colores de las huelgas

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Dicen que las huelgas siempre tienen un trasfondo político y que el color de los partidos es el único que lucen los manifestantes en sus camisetas. Por encima del naranja de Visteon, el negro de la administración pública o el verde de la enseñanza, están la rosa del PSOE o la gaviota del PP. Por eso, siempre que se produce una convocatoria de huelga, los políticos esgrimen sus responsabilidades con un fácil: «Son del PSOE» o «Son del PP», ignorando los motivos de las huelgas y pasando página sin analizar o reflexionar en la cuestión que se plantea en la calle.

Sin embargo, la huelga de estudiantes que se ha desarrollado esta semana debería ayudarnos a abrir los ojos para intentar ver más allá del color político. Cuando los estudiantes hablan, los políticos deberían, al menos, escuchar, porque ellos son los que deben construir el futuro. Decía una estudiante universitaria hace unos días que, a pesar de que habían subido las tasas, no tenían sillas para sentarse todos en clase y que no había aulas suficientes para dar las prácticas, por lo que se suplían buscando información en casa por internet.

A esto hay que sumar las bajas de profesores que no se sustituyen en los colegios e institutos o el aumento de alumnos por aula, que impide una atención más directa por parte del profesor y que, en definitiva, merman la calidad de la enseñanza.

Esto no es política, son razones que están construyendo una pirámide invertida insostenible, cuyo futuro no es otro que el derrumbe del sistema actual. Así será difícil competir contra los estudiantes de otros países y crear una estructura fuerte con la que salir de esta crisis.

Ya es hora de olvidar el color político y crear un frente común que, más allá de una reforma educativa, permita ayudar a estos jóvenes a construir y creer en su futuro. Quizás después, ya sea demasiado tarde.