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Nuevos choques evidencian que Egipto sigue dividido

Laicos que protestaban por la gestión del presidente Mohamed Mursi y musulmanes se enfrentan a pedradas en la plaza Tahrir

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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La plaza Tahrir de El Cairo volvió a recordar ayer que las viejas heridas de Egipto no se han cerrado, y que el país sigue tan dividido como antes de las elecciones. Seguidores y detractores del presidente Mohamed Mursi, que participaban en manifestaciones opuestas pero convocadas en el mismo lugar, protagonizaron enfrentamientos a pedradas a lo largo de todo el día, con más de 200 heridos y un profundo estado de tensión como resultado. Se trata de los peores disturbios entre Hermanos Musulmanes y fuerzas laicas desde que los islamistas alcanzaron el poder.

Una veintena de partidos políticos seculares y grupos liberales -entre ellos el 6 de Abril o el Partido de la Constitución, del Nobel de la Paz Mohamed el-Baradei- habían convocado varias marchas con destino a la plaza Tahrir para exigir, entre otras cosas, la creación de una nueva Asamblea Constituyente más representativa (la actual está dominada por islamistas). Las protestas tenían una marcada crítica a la gestión de Mursi, que cumplió la semana pasada sus primeros cien días en el poder, y a los Hermanos Musulmanes, su grupo nodriza.

Sin embrago, la cofradía decidió organizar otra manifestación de sus seguidores para el mismo día y en el mismo lugar con el objetivo, aseguran los activistas liberales, de acallar las voces críticas. El motivo alegado por la hermandad era la exigencia de una «judicatura independiente», explicaba en Tahrir Mustafa el-Sayed, un seguidor de la cofradía. La excusa la había servido en bandeja el tribunal que decidió esta semana absolver a 25 altos cargos del régimen de Hosni Mubarak de organizar la 'batalla del camello', en la que murieron una veintena de personas durante la revolución.

Como consecuencia de ello, o quizás aprovechando las circunstancias, Mohamed Mursi destituyó el pasado jueves al fiscal general de Egipto, Abdelmaguid Mahmud.

Desactivar

«Los Hermanos Musulmanes han intentado desactivar nuestra manifestación convocando a sus seguidores, ha sido su estrategia para que no se escuche lo que tenemos que decir, que el actual borrador de la Constitución nos devuelve a hace 200 años, o que la Hermandad está invadiendo todas las esferas de poder. Pero lo de hoy (por ayer) ha sido un tremendo error por su parte, y estas son las consecuencias», aseguraba Shaima Salah, una profesora de violín que participaba en la manifestación con los liberales, y que contemplaba con impotencia y frustración cómo volaban las piedras y lo que a ratos eran discusiones verbales se tornaban en puñetazos ante una ausencia total de policía. A última hora de la tarde varios cócteles molotov fueron lanzados en las calles aledañas a Tahrir y se escucharon disparos, posiblemente de escopetas de perdigones.

Los Hermanos Musulmanes han pasado de ser la oposición a la fuerza gobernante, y los enfrentamientos de ayer marcan un antes y un después en la transición egipcia. Hasta ahora, aunque se habían producido roces entre islamistas y laicos, los grandes choques siempre habían sido contra un «enemigo» común, ya fuera la junta militar y sus fuerzas de seguridad o los nostálgicos del régimen de Mubarak.

El divorcio entre la cofradía y los seculares se produjo hace mucho tiempo, poco después del fin de la revolución, pero hasta ahora no se habían enfrentado con esta violencia en las calles.