POSESIÓN FICTICIA

Anuncian las televisiones una estadística que refleja la posesión de balón de los equipos durante el partido: 60%-40%, 75%-25%, 70%-30%... En la mayoría de los casos no está reflejando el control del partido, la sensación de peligro y, sobre todo, el resultado final. Si exceptuamos al Barca y pocos más, esa posesión no se traduce en ocasiones de gol o presencia en el área contraria. Jugar bien al fútbol es mucho más que una posesión larga. Es una posesión ficticia, que no se refleja en el resultado. Lo importante es, ¿dónde la tengo? La posesión se trata en campo propio o en campo contrario, porque no es lo mismo; y ¿para qué la tengo? El objetivo es defenderse teniendo la pelota, dar pausa al partido, desgastar al contrario o generar ocasiones y embotellar al rival. Esa posesión sería real si va acompañada de intensidad, verticalidad, velocidad, ocasiones, tiros entre los tres palos, goles. Todos los equipos quieren tener la pelota, pero la clave es saber qué hacer con ella. Encontrar los caminos para marcar, sacar rentabilidad de esa posesión. Ejemplo de estos últimos son el Valladolid o el Málaga. Los que no necesitan salir victoriosos en esa estadística de posesión, Atlético o Mallorca, que consiguen ser competitivos y no ganan en posesión. Ahí la diferencia entre la posesión real y la ficticia. Algunos se pueden tirar tocando en su propio campo el 70-80% del partido, jugando con pases horizontales, sin riesgo en los pases, sin sensación de peligro y quieren hacer creer con esas estadísticas que han controlado el partido. Me gustaría ver esos porcentajes en campo propio y campo contrario. Habría sorpresas. Nos acercaría más a la realidad de lo que ha sido el desarrollo del partido y sus consecuencias en el resultado. Tener el balón es importante para dominar el partido pero acompañado de la mentalidad competitiva necesaria. La apuesta por el buen futbol no es la apuesta por una posesión ficticia. Como idea de juego en sí misma, ese tipo de posesión no significa nada o muy poco.