Últimos preparativos del debate entre Joe Biden y Paul Ryan. :: AFP / REUTERS
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Los debates bajan un escalón

Joe Biden y el conservador Paul Ryan se baten por el honor de sus 'jefes' de campaña

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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El Centro Universitario de Danville (Kentucky) es hoy el cuadrilátero en el que se batirán Joe Biden y Paul Ryan en nombre de sus jefes. Sobre el primero ha caído la responsabilidad de remontar la pésima actuación de Barack Obama la semana pasada. Sobre el segundo, la de rematar la jugada para poner por delante a Mitt Romney, que a tres semanas de las elecciones tiene ahora más posibilidades de ganar que nunca.

A muchos demócratas les asusta poner sobre los hombros de Biden tan delicada misión. A lo largo de su extensa carrera el vicepresidente se ha caracterizado por un verbo fácil y espontáneo capaz de arruinar los mejores guiones con sonados patinazos. Sin embargo, fue capaz de contenerse hace cuatro años cuando se enfrentó a la entonces 'número dos' de los republicanos, Sarah Palin. De él se esperaba entonces que tratase a la dama con delicadeza pero sin paternalismos ni condescendencias, que se ahorrase las bromas que tanto le gustan y se atuviera al guión. Biden lo hizo. Palin pasó la prueba. El debate fue el más visto de la historia, con 70 millones de espectadores.

Esta noche tendrá que volver a contenerse para no resultar arrogante o condescendiente con un senador casi tres décadas más joven que él, aunque lleve más de trece años en el Congreso. Biden es muy popular con las mujeres por su defensa de leyes sobre la igualdad, mientras que Ryan es coautor de algunas de las iniciativas de ley que más las han enfurecido, como la redefinición de violación o el intento de acabar con la financiación del aborto y los anticonceptivos. Sin embargo, en cámara, el joven congresista de 42 años conocido por sus hábitos deportistas resulta sin duda mucho más atractivo y carismático que un vicepresidente a punto de cumplir los 70.

Como Romney, Ryan -favorito de la ultraderecha- intenta posicionarse hacia el centro en las últimas semanas de la campaña. Su discurso en la convención republicana de Florida demostró que no tiene reparos en exhibir datos falsos y cambiar su postura, algo que tan bien le funcionó a Romney la semana pasada.

Preparado

Su punto flaco -y a la vez el fuerte- es el déficit y los presupuestos sin aprobar en los que incluyó medidas draconianas que acabarían con la sanidad médica del Estado para los jubilados, pero Ryan lo sabe. Nadie espera que no vaya preparado con una respuesta.

El punto fuerte de Biden podría ser la política exterior por los muchos años que ha servido en ese comité del Senado, pero Libia y la presión republicana sobre el Departamento de Estado han convertido el tema en un talón de Aquiles. La víspera, la Cámara baja puso en evidencia la falta de apoyo que dio la oficina dirigida por Hillary Clinton a la seguridad del consulado de Bengasi donde murió el embajador y éste tuvo que admitir que la historia inicial de que las manifestaciones por la película antislámica hubieran propiciado el ataque. Al parecer, ni siquiera las hubo.