Artículos

Recordando Vejer

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Como mi apellido indica, o soy natural de Vejer o alguno de mis antecesores deben serlo. En mi caso es lo segundo, en concreto, mi padre. En mi infancia, cada dos semanas, recorríamos los cincuenta y dos kilómetros que separaban la capital del pueblo. La subida a Vejer conllevaba siempre cierta expectación generada por las salidas de cada curva a derecha ante la inminente postal que supone la visión de las casas encaladas, la torre de la Corredera y, sobre todo, el campanario de la iglesia del Divino Salvador. Imagen que no por habitual nos dejaba de maravillar. Aquellos sábados por la mañana de los años ochenta eran amenizados con el soniquete constante de la Lotería Nacional en la radio del coche. En Vejer esperaba mi abuela, doña Carmen, viuda desde el 41, maestra jubilada, de piel suave al contacto de los besos de sus nietos y blanca inmaculada, de andares ya lentos por la edad y pasos cortos con bajo tacón y habituales trajes estampados de grises, blancos y negros de un luto no riguroso.

La casa se encontraba a media cuesta de la calle Eduardo Shelly en donde mi padre, con ardua pericia, lograba aparcar. A una de las estancias se le llamaba 'el escritorio? y en ella se encontraba una viejísima y robusta mesa acompañada por dos estanterías repletas de libros de texto y un armario con colecciones completas de tebeos que mi padre y su hermano habían leído en su infancia y que nosotros heredamos en su voraz lectura: El Guerrero del Antifaz, Pantera Negra, Carlos de Alcántara, El As de Espadas, y muchísimos otros. Tebeos en blanco y negro y a una peseta de precio.

Las cuestas de Vejer, la Corredera, los Remedios, la plaza de los pescaítos, el Arco de la Segur, San Miguel, el Callejón Oscuro, el Callejón del cura, la iglesia, el kiosko de Manolo eran los escenarios habituales de mi infancia en Vejer, un pueblo que ha ganado con el tiempo y al que vuelvo de vez en cuando para recordar aquellos años.

Hoy, con un miedo atroz al futuro y un presente negro, rebuscar en los buenos recuerdos es lo único que le queda a muchos.