Editorial

Oxígeno y recortes

La medida de ayuda debe ir acompañada de una reforma estructural

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Murcia, con un déficit del 4,4% el pasado año, que deberá reducir en éste al 1,5%, es la segunda comunidad que solicitará ayuda financiera al Estado, si hay que creer al propio presidente de la comunidad, el popular Ramón Luis Valcárcel, quien así lo manifestaba en una entrevista, objeto después de un confuso desmentido. Murcia, que solicitará entre 200 y 300 millones, sigue a Valencia, que fue la primera y que necesitará unos 2.000 millones. Se piensa que, a continuación, se pondrán a la cola de los rescates Cataluña, Andalucía, Aragón y Castilla-La Mancha, como mínimo, en una primera tanda. La dificultad insuperable de las autonomías de conseguir recursos en los mercados de deuda, después de que las agencias de rating pusieran seriamente en duda la solvencia de dichos entes territoriales, suscitó la idea de los hispanobonos. Paradójicamente, el ministro de Hacienda se negó en redondo a tal mutualización de la deuda, idéntica actitud que ha mantenido Merkel sobre los eurobonos. Y en su lugar, se acaba de crear por decreto ley el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), con una dotación de 18.000 millones con el aval de Estado; una tercera parte de este fondo (6.000 millones) provendrá de un préstamo al Tesoro por parte de Loterías y Apuestas del Estado. Parece claro que la puesta en marcha de esta línea de crédito, prevista desde hace tiempo, que oxigenará a unas comunidades autónomas ahogadas por la crisis, se ha hecho con excesiva publicidad y con innecesario melodramatismo, de forma que se ha dado a los mercados una razón de alarma suplementaria, que probablemente influyó en la preocupante alza de la prima de riesgo. En cualquier caso, la medida, necesaria, que obligará a las comunidades que reciban recursos a un esfuerzo adicional de austeridad, debe ir acompañada sin más aplazamiento de una reforma estructural del nivel autonómico, que necesariamente habrá de hacerse por consenso con el principal partido de oposición y con las demás minorías. Este recorte, que ha de podar gastos suntuarios e innecesarios para poder sostener los indispensables, es el que más enfáticamente reclaman los mercados y Europa, y no debe demorarse ni un día más.