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La colonia militar británica de Gibraltar

La facilidades concedidas al Peñón hacen que su economía sea boyante y que los españoles, además de sufrir la presencia colonial británica, estemos contribuyendo a su sostenimiento

CAPITÁN DE NAVÍO. AUTOR DE 'GIBRALTAR: BASE MILITAR. EL INTERÉS ANGLO-AMERICANO POR EL PEÑÓN' Actualizado: Guardar
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Desde hace varios meses aparece Gibraltar continuamente en los noticiarios y siempre por razones irritantes. La existencia de la colonia supone una crisis permanente en las relaciones hispano-británicas. En ella se ha alcanzado un nivel de tensión suficiente como para que sus efectos trasciendan a mucha distancia de la bahía de Algeciras.

La derogación unilateral del acuerdo de pesca de 1999 la presentaron como una decisión de Gibraltar relacionada con la protección del medio ambiente. Fue tomada por algún inconsciente y permitida por varios irresponsables. Se ha complicado tanto que ahora tenemos irritación creciente e incidentes de difícil control.

Pasado un tiempo podremos analizar los efectos ha tenido este agravamiento de la crisis en cuestiones relevantes como la guerra por el control económico de la bahía, la aspiración de que España reconozca como británicas las aguas españolas que rodean al Peñón y al istmo, el interés por arrastrar a España de nuevo a la mesa Trilateral en la que se gestaron los Acuerdos de Córdoba, la aceptación española de las autoridades locales de Gibraltar como interlocutoras para todo tipo de asuntos, la explotación del victimismo de la población de Gibraltar, etc.

Existen aspectos que se ocultan para que los españoles se olviden de la raíz del problema y es que Gibraltar es una colonia militar británica.

Aprovechando la llamativa hospitalidad de que disfrutan en la prensa y en emisoras de radio y televisión españolas, las autoridades de Gibraltar se refieren a la colonia como si fuese un Estado, un país, una nación, incluso un socio de España en la UE y un aliado en la OTAN. Tratan de ocultar que, por decisión británica de 1946, está incluido en la lista de territorios por descolonizar que se debate anualmente en la ONU; reuniones a las que asisten esas autoridades locales, junto a las del Reino Unido como potencia administradora. No parece fácil que la ONU elimine a Gibraltar de dicha lista y reconozca el derecho de autodeterminación a una población importada para prestar servicio a una base militar; mal precedente sería para las más de mil bases militares extranjeras dispersas por el mundo.

Gibraltar es una base militar de un extremo a otro. Al norte tenemos la base aérea de la RAF, un aeródromo construido en el istmo ocupado ilegalmente. Por incumplir las normas internacionales de seguridad no puede tener la licencia necesaria para operar como un aeropuerto civil por lo que opera como militar. El cuartel del regimiento de Gibraltar está también en el istmo. Al sur y al este, en la mar, despliegan sensores para detectar a los submarinos en tránsito por el Estrecho. También utilizan la mitad occidental del mar de Alborán para sus ejercicios aeronavales. Desde la costa malagueña al norte de África discurren por el fondo marino cables de comunicaciones seguramente interesantes para británicos y norteamericanos.

Cerca de punta Europa tienen radares para vigilar el tránsito de buques de superficie y equipos de inteligencia electrónica para interceptar las señales de sus radares. En esta zona existen instalaciones utilizadas para el adiestramiento en combate de los militares.

En lo más alto del monte están el radar de control aeronáutico y las antenas de comunicaciones que les permiten conocer lo que se transmite por las proximidades.

Existen 50 km de túneles y depósitos excavados en la roca que hace tiempo tuvieron mucha utilidad. En algunos se almacena agua potable y munición.

Al oeste se encuentra el puerto con tres diques secos y unos mil metros de líneas de atraque militares, incluyendo los muelles para los submarinos nucleares, como el 'HMS Tireless', tristemente célebre el año 2000.

De estas instalaciones se benefician también las fuerzas armadas de los Estados Unidos.

Mantener al personal y a la infraestructura de apoyo logístico -talleres, almacenes, centrales térmicas y de producción de agua potable, muelles, pista de aterrizaje etc.- cuesta mucho dinero así que la economía local se hace cargo de ellos y los militares pagan por los servicios recibidos. De esta forma, a los británicos la base les sale prácticamente gratis y Gibraltar encuentra en el Reino Unido al defensor de sus privilegios frente a una Europa en crisis y especialmente frente a España.

En España encuentran la flexibilidad y colaboración necesarias para que su economía virtual -basada en el paraíso fiscal, el suministro de combustible, el contrabando y los juegos de azar por Internet- pueda darles riqueza. Las filiales de empresas españolas radicadas en el Peñón, los más de 4.000 trabajadores españoles que trabajan en Gibraltar y se han convertido en rehenes, la infiltración y servidumbres generadas en las poblaciones cercanas, la fluidez del tránsito de vehículos y mercancías por la verja y tantas otras facilidades, hacen que su economía sea boyante y que los españoles, además de sufrir la presencia colonial militar británica, estemos contribuyendo a su sostenimiento.