Editorial

Rechazo unitario

Los presos de ETA se muestran a una distancia sideral de los principios de un Estado de Derecho

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La declaración que el pasado sábado hizo pública el autodenominado Colectivo de Presos Políticos Vascos ha merecido el rechazo de todas las formaciones políticas democráticas, exceptuada la izquierda abertzale, y la expresa negativa del lehendakari López a que la amnistía o la autodeterminación se erijan en monedas de trueque a cambio de la libertad. Ha conseguido que el Gobierno, el PP, el PSOE y el PNV califiquen de «decepcionante» las palabras del comunicado. La expectativa de que los etarras presos pudieran aproximarse en sus planteamientos a la generosidad mostrada por las instituciones en torno a la reinserción no solo quedó frustrada, sino que a estas alturas la escenificación de Guernica bien podría interpretarse como otro paso hacia atrás con el vano propósito de coger impulso. El lenguaje empleado en la declaración no es muy distinto a la actitud que muestran los etarras que comparecen en la Audiencia Nacional. Su mensaje representa un cierre de filas que alinea a los presos en pos de los objetivos políticos que pretende la izquierda abertzale, condicionándolos al reconocer a ETA como su representante ante la eventual negociación de su excarcelación, y sacrificando mientras tanto cualquier posible mejora de su situación personal. La declaración de los etarras presos sesga de forma tan sectaria e inmisericorde los postulados de la izquierda abertzale que obliga a todas las formaciones democráticas y a cuantos colectivos y personas vienen perseverando por alcanzar la paz en libertad a proseguir la tarea de impedir el emponzoñamiento de la convivencia futura como si se tratara de una conquista de los violentos. Los presos de ETA no solo han querido mostrarse a una distancia sideral de los principios que rigen en el Estado de Derecho, no solo parecen incapaces de aproximarse al principio de realidad que acompaña a su situación, además creen que encareciendo el precio de su desistimiento contribuyen a la «acumulación de fuerzas» de una izquierda abertzale anclada en el pasado terrorista. A la sociedad española corresponde demostrar que sus valores y aspiraciones mayoritarias nada tienen que ver con las obsesiones del núcleo duro del extremismo abertzale.