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Reina de diamantes

De amarillo, sin capa ni corona, Isabel II brinda un emocionante y simpático discurso en Westminster

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Isabel II reinó ayer en el parlamento británico. Risueña, cálida, emotiva. la monarca conquistó una vez más a su audiencia, la élite política de Reino Unido. Primeros ministros presentes y pasados, lores y obispos, y diputados de las cuatro naciones del país se rindieron ante la jefa del Estado en su 60 aniversario en el trono. Las conmemoraciones del jubileo de diamantes, que culminará a mediados de junio con un espectacular desfile en el río Támesis, recalaron ayer en la cuna de la democracia. La reina fue la estrella de la velada, aunque vestía de amarillo, sin la capa ni corona que acostumbra a portar cuando inaugura cada año el nuevo curso parlamentario.

En el magnífico hall del Palacio de Westminster, en Londres, ofreció un discurso breve, directo y punzante que puso en pie a los curtidos parlamentarios. Le brindaron un largo y cálido aplauso. A medida que Isabel hablaba hubo intercambios de gestos de admiración entre rivales políticos, como el primer ministro David Cameron y el líder de la oposición Ed Miliband. Y las referencias personales que hilaron su intervención provocaron las risas de sus anfitriones.

Felipe de Edimburgo estuvo en el objetivo de su mujer. «El príncipe es de sobra conocido, por declinar cumplidos de cualquier tipo. Pero durante todo este tiempo ha sido una constante fuerza y guía», dijo la matriarca Windsor. Sentado a su lado, en su acostumbrado segundo plano de los eventos, el nonagenario duque escuchó imperturbable el halago. Era la segunda vez que la reina se lo brindaba en público en menos de seis meses.

Lores y diputados marcaron la ocasión con un singular regalo, sufragado de sus propios bolsillos. Homenajearon a la reina con una vidriera decorada con sus estandartes reales, que se desveló ayer. Agradeciendo la contribución monetaria de la clase política, Isabel expresó su satisfacción de que rayos adicionales de color puedan «brillar en este antiguo recinto» que, según dijo, permite recordar la «resistencia, ingenuidad y tolerancia» características del pueblo británico. Pero el mayor deseo de la octogenaria soberana consiste en que el jubileo haga posible la unión de todos en «un espíritu de buena vecindad y celebración». Isabel es la segunda reina, después de Victoria, que cumple sus bodas de diamante con la corona británica.