¿POR QUÉ NO ALIVIAR LA CRISIS EUROPEA?

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La persistente presión alemana para imponer sus recetas contra la crisis ha hecho estragos en la 'intelligetzia' europea, que ya ha dejado de plantearse siquiera si existe otra política posible para salir de la crisis. De una crisis que está experimentando contra pronóstico una severa recaída, nada extraña después de aplicar a la primera recesión medidas procíclicas -ajustes y recortes- en lugar de las contracíclicas que hubieran sido pertinentes para mantener la actividad y paliar el desempleo. En definitiva, el Eurogrupo ignora a sabiendas que los Estados Unidos están saliendo mucho mejor que Europa de la depresión por el procedimiento de aplicar políticas moderadamente expansivas, generosamente financiadas por los mismos mercados internacionales que presionan sobre Europa. La razón es clara: en EEUU, la Reserva Federal, con su inmensa potencia, avala los bonos norteamericanos. O, si se quiere, allí ya inventaron los 'eurobonos' al edificar un sistema político federal, en que Washington asume responsabilidades en nombre de toda la Unión.

Europa ha dado en las últimas semanas algunos pasos de gigante: en febrero, el Consejo Europeo aprobó el Tratado Intergubernamental para la Estabilidad, Coordinación y Gobernanza que constitucionaliza la estabilidad presupuestaria y crea una gobernanza para la Eurozona que abre la vía cuasi federal para los países que se asocien a la moneda única (sin perjuicio de que también lo hagan otros de la Unión Europea). Además, el problema griego ha quedado aparentemente encarrilado una vez que el país ha cumplido las exigencias de Bruselas y los acreedores privados han aceptado la quita correspondiente. Así las cosas, el Eurogrupo tiene como principal cometido salir de la recesión en que se encuentra y comenzar a crecer para colmar las expectativas de los ciudadanos. Conviene tener en cuenta que la gran y trascendental misión de los gobiernos democráticos es proporcionar felicidad y bienestar a las muchedumbres; en modo alguno sería lícito que pretendieran que los cuerpos sociales hicieran sacrificios preventivos para conseguir objetivos utópicos o teóricas ventajas de futuro. El calvinismo y el luteranismo deben ceder al hedonismo de la modernidad.

Dicho esto, y cuando el presidente del BCE nos anuncia que la UE estará en recesión durante 2012 (pocos se atreven a hacer augurios para 2013) con un leve repunte de la inflación, es necesario plantearse de una vez si tiene sentido que, con persistencia fundamentalista, sigamos todos empeñados en lograr cumplir el Pacto de Estabilidad -el déficit máximo del 3%- en 2013. Es claro que este planteamiento ultraortodoxo, que provoca un sufrimiento insoportable a los ciudadanos, debería dar paso a una relajación de los plazos -convergencia en 2015, por ejemplo- acompañada por el aval mutualizado de la deuda -los eurobonos o asimilados- y por el desarrollo pleno del Tratado recién suscrito. En las condiciones actuales, bastaría con que los mercados se percataran de que la tendencia de los países deudores es la correcta para que su presión fuera irrelevante, una vez que el Eurogrupo hubiera dado esos pasos precisos para actuar como un bloque monolítico, como una auténtica 'federación'.

En síntesis, si lo que ha de hacerse se llevase a cabo a un ritmo más pausado y razonable, España podría comenzar su lucha por el crecimiento y el empleo mañana mismo, sin destruir más tejido social y sin tener que digerir nuevas dosis de austeridad que a estas alturas ya no tienen sentido.