SIN PELOS...

DIVINA COMEDIA

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En tierra de bulerías, cantaores y cante jondo del bueno, se proponen ejemplos de lo cotidiano a base de letras trágicas, doloridas, fiel reflejo del sufrimiento, de las relaciones humanas, del amor y de la muerte. También sabemos lo que es la alegría, pero somos un pueblo acostumbrado a padecer, especialista en darle la vuelta a la pena hasta hacerla irreconocible, para transformarla en momento de felicidad. No hay mal que cien años dure... ni tampoco cuerpo que lo soporte. Es una manera de afrontar lo que nos duele sin darle la espalda a la cruda realidad. Hace un porrón de siglos, un tal Dante Alighieri concibió una Divina Comedia sustentada en los cantos del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. En el primero habitaban los que apenas hacían uso de la razón: Violentos, fraudulentos y traidores, aquellos que se empeñaban en hacer el mal de manera consciente. ¿Grandes intérpretes de ese primer canto? Se admiten sugerencias. La nómina de candidatos a ingresar en ese Infierno hace que vayan de la mano los aficionados de los dos clubes sexagenarios de la ciudad. Como también lo está en el caso del Purgatorio. Sus integrantes pasaban por ser soberbios, envidiosos, iracundos, perezosos, avariciosos, lujuriosos y gulosos. De esos dos estadios no suele salir ninguno de los que por inspiración divinomonetaria es más industrialista o xerecista que nadie. Su torpeza y malas artes les hacen cavar su propia tumba a base de grandes dosis de mezquindad. Quizá Jesús Gómez y Ricardo García, no han hecho acopio de conciencia suficiente como para darse cuenta de que sus cualidades y manejos les colocan como protagonistas actuales de los cantos de la Divina Comedia. Y ellos, seguro que no lo saben. ¿No será que se han instalado en el Paraíso? ¿En un mundo inmaterial? ¿En el que todo es bueno, bonito y barato?... ¡Sobre todo para rentabilizar una inversión que da el cante! Ayyyy... ¡Si ya lo dijo Dante!

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