Editorial

El síntoma Gingrich

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La victoria de Newt Gingrich en la primaria republicana de Carolina del Sur es una sorpresa, anima el largo e interesante proceso de calificar a un candidato presidencial en EE UU y suspende el extendido pronóstico de que Romney era el seguro vencedor. Pero, además de que su éxito es probablemente más circunstancial que sustancial, su genuino interés es el de su condición de síntoma. En efecto, como acreditan los sondeos de nivel federal y con muestras más amplias, se detecta una sensación de desconcierto político, una fuerte desaprobación del trabajo del Congreso (superior al 80%) y un inquietante divorcio entre el público y la vida política e institucional. La resurrección de Gingrich, tal vez efímera, se basó en su éxito al descalificar a Romney porque «es un moderado, no un verdadero conservador». Su argumentación no versó sobre programas o intenciones, sino sobre el hombre, su perfil y su presunta falta de credenciales ultras. Esto ha funcionado en Carolina del Sur, terreno abonado. Pero no es seguro que sirva en adelante y habrá una primera ocasión de comprobarlo el día 31 en Florida.