LLEGÓ EL DOCE

Llevamos ya doce días del tan ansiado y esperado doce. Este año, que para todos había supuesto una esperanza de futuro, ha comenzado. Como suponíamos, la crisis económica que nos acucia desde hace unos años, no auguraba nada bueno y estamos comprobándolo. Los recortes presupuestarios, aunque los políticos de uno y otro bando no nos lo hayan dicho claramente, se han llevado al traste la mayoría de los proyectos que parecían emblemáticos para esta efemérides. Aunque se han conseguido algunas cosas (las obras del nuevo puente, el Hotel Atlántico, la Casa de América o la recuperación del oratorio de San Felipe) ,el resto: la llegada del AVE, la reestructuración de la Plaza de Sevilla o la remodelación de los accesos a la ciudad, de momento, han pasado al limbo de los justos. La nueva vicepresidenta, que nos visitó el pasado martes, ha prometido un impulso definitivo al evento pero me temo que con los recortes presupuestarios que el nuevo Gobierno está llevando a cabo, dinero, que es lo que hace falta, va a llegar poco o nada más de lo previsto. Ante esta situación no cabe otra cosa que procurar salir lo más airoso posible de este compromiso histórico. La Constitución de Cádiz, que se promulgó bajo el asedio de las tropas napoleónicas, hace ya doscientos años, supuso sin duda un hecho imborrable para nuestra ciudad y, aunque tampoco era un momento muy boyante ni económica ni políticamente, los gaditanos la hicieron suya vitoreándola y saliendo a la calle en masa el día de su promulgación. No cabe duda de que lo nuestro es así, siempre lo más difícil. Tenemos que afrontar los hechos y hacer todo lo posible porque, a pesar de todos y de todo, este año sea emblemático y dinamice nuestra ciudad. Como en 1812, somos nosotros, los gaditanos, los que tenemos que hacer grande a la ciudad y salir airosos del envite. Tiempo habrá de exigir responsabilidades.