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El nuevo consistorio asidonense, en un acto sin precedentes, tras la larga etapa de poder socialista que al parecer, por aquello de contar con la confianza inquebrantable del pueblo, nunca se había sentido obligado a ello, ha hecho público el lamentable estado en que se ha encontrado las finanzas municipales. Escaso es el tiempo de los actuales gestores de IU en sus cargos y largo el camino plagado de obstáculos que se presenta ante ellos para emitir a día de hoy un juicio sobre su labor, pero, en principio, a nuestra salud democrática no le vienen mal aireados como este que cuando menos nos colocan con los pies en el suelo.

El partido socialista, que se sepa, no ha desmentido la información, por lo que habrá que darla como cierta. Y la situación económica de las arcas municipales es poco menos que desastrosa. Como al resto del país, se nos puso por delante un paisaje arcádico de bonanza y felicidad comunitaria, donde todo parecía ir viento en popa con grandes inversiones públicas, incesante actividad edilicia e incluso ornamental, gracias al extraordinario apoyo de las instituciones provinciales y autonómicas, con la empresa pública Prodegemsa como buque insignia de este inusitado desarrollo, cuando en realidad, a tenor de la susodicha información, todo se hacía a costa del continuo endeudamiento y la insufrible carga de los intereses bancarios. La realidad es que ahora nos las vemos y nos las deseamos para pagar la factura del suministro eléctrico, cosa que a lo que se ve no se hacía desde principios del año que recién acaba.

Entre la deuda contraída con Endesa, con la Seguridad Social (con los correspondientes recargos) y con la empresa de recogida de basuras (FCC), facturas sin pagar y préstamos y pólizas de crédito, el total asciende a unos siete millones de euros en impagos, que para una población de once mil habitantes como Medina se me antoja descomunal. Por otro lado Prodegemsa es una nave que hace aguas por todos sus costados con pagos pendientes a los bancos y a diversos proveedores por casi dos millones y medio de euros. Urge, en opinión de los actuales mandatarios, enviarla al astillero, si no para su reparación, para su desguace definitivo.

No acaban aquí los problemas, pues como la Junta de Andalucía y la Diputación Provincial andan igual de liquidez, entre ambos organismos nos adeudan más de un millón de euros por el pago de diversos proyectos, entre los que destacan el cuarto de millón del Instituto de Empleo y Desarrollo Socioeconómico y Tecnológico, rimbombante nombre para tanta falta de compromiso, por las obras de ampliación del Mercado de Abastos, lo que ha acarreado, a tenor de la nula actividad que se observa, la paralización temporal del proyecto con los perjuicios que esto supone a los comerciantes que sufren las obras.

Siendo esto grave, creo que más lamentable resulta el hecho de que don Paulino Plata viniera en persona, abrumado de retrasos y sincera emoción, como así nos confesó sobre sus tablas, a la inauguración del Teatro Municipal. Habló de la implicación económica de la Junta, en cuya representación acudía, y la Diputación Provincial en la rehabilitación del antiguo cine Thebussem, despojado ahora de su nombre en los rótulos aunque no en la memoria de la gente, pero no dijo una palabra del insatisfecho pago de la cantidad comprometida, por lo que todavía estamos a la espera del medio millón de euros que tan bien vendría, entre otras cosas, para un proyector y un aire acondicionado que permitiera el completo disfrute de la sala.

Visto lo visto, ha de ser considerado un acto de sentido común, además de un gesto de agradecer, el que la nueva corporación se haya apresurado a adelgazar la nómina de los cargos políticos de catorce a nueve, entre liberados y no liberados, con respecto a la anterior, con una rebaja considerable de los sueldos que permitirá un ahorro anual de alrededor de los trescientos mil euros durante la legislatura. No es malo que nuestros mandatarios, cuando nos hablan de apretarnos el cinturón, comiencen predicando con el ejemplo.

Si aplicásemos un ahorro semejante en los sueldos de los políticos de todas las administraciones de la nación, aun más suprimiendo todas aquellas que se encuentra duplicadas o triplicadas por la única razón de darles colocación a muchos que sólo se implican en la lucha política para aferrarse a un pezón de las depauperadas ubres públicas, incluso puede que Rajoy, al ir a rendirle cuentas, lograse dibujar una sonrisa en el rostro pétreo de la Merkel.

De entrada, pues, el cambio político en Medina nos ha permitido, cuando menos, conocer el estado real de las finanzas municipales, ese pozo de escoria tan celosamente alimentado y guardado por los gestores socialistas que, al hilo del férreo secretismo que ha acabado por volvérseles en contra, preferían endulzarnos la existencia con la ilusión de las continuas inauguraciones y caprichos de nuevos ricos, como esa fuente con togado flanqueado de columnas dóricas que ahora permanece oscura y muda de agua a la entrada del pueblo por la sencilla razón, en palabras del actual alcalde, de que no podemos permitirnos el lujo de pagar los 1.500 euros al mes que nos costaba el gasto eléctrico y el costoso mantenimiento del pretencioso bibelot.