Javier Mejías ha instalado su primer taller de guitarras en el sótano de casa, aunque su aspiración es poder abrir en el centro de Jerez. :: LA VOZ
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El arquitecto de la guitarra

Javier Mejías ha conseguido un premio AtrÉBT! por su proyecto de lutier; El objetivo del joven al montar su taller es «poner la guitarrería jerezana al nivel de los guitarristas locales»

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Conseguir que una afición se convierta una profesión es un sueño de muchos que Javier Mejías ha conseguido realizar. El joven jerezano acaba de recibir un premio AtrÉBT!, convocado por la Universidad de Cádiz (UCA) por su empresa Mejías Guitarras Flamencas. El proyecto consiste en la creación de un taller dedicado exclusivamente a la guitarra flamenca.

«A lo que aspiro es a que los profesionales toquen mis guitarras y para eso hay que hacerlo muy bien, hay que intentar hacerlo perfecto», asegura el joven, que ha instalado su taller, de momento, en el sótano de casa. «El objetivo es poner a la guitarrería jerezana al nivel de los guitarristas jerezanos. Esto, así de golpe, es mucho decir y lógicamente no pretendo hacerlo solo, ni se consigue de la noche a la mañana. Hay que investigar, que la Universidad de Cádiz lleve la bandera de la investigación en este campo, trabajar mucho, desarrollar el instrumento escuchando las opiniones de los profesionales y todo eso darlo a conocer al mundo. Que se conozca la guitarrería flamenca jerezana por su excelencia, para que sea de utilidad a los verdaderos protagonistas: los artistas y su música», insiste convencido.

«Aunque Cádiz ha sido históricamente una provincia de buenos artesanos y en Jerez se da la mayor y mejor (en mi opinión) cantera de tocaores a nivel mundial, en la ciudad no existe una gran tradición de talleres de guitarras», explica el emprendedor jerezano. Esta circunstancia lo motivó aún más para dedicarse por entero a la artesanía de la guitarra.

Su formación técnica como arquitecto le facilita la labor de investigación del instrumento. Aunque se trata de un trabajo artesano, el ordenador está presente en el taller: «Me sirve para analizar guitarras históricas de Esteso, Santos Hernández, etc. Y también lo utilizo a la hora de diseñar mis propias plantillas. Como sucede siempre, la mejor manera de mejorar es conocer a fondo lo existente, que además en este caso es muy bueno», dice el joven.

El respaldo de los Mejía

La familia ha sido un gran apoyo para Javier Mejías en la puesta en marcha del taller. Todos han colaborado de alguna manera. Lo primero «fue contarles que cambiaba la arquitectura por la guitarra. Sonaba regular. Pero me apoyaron desde el principio. Mi padre, que es muy emprendedor, solo me dijo que si lo iba a hacer, lo hiciera bien, así que me ayudó durante todo el primer año que estuve formándome de forma intensiva», cuenta Javier. «Ahora anda detrás mía porque quiere aprender a barnizar y echarme un cable», dice.

La hermana de Javier, ilustradora, fue la encargada de dibujar el logotipo de la empresa, con un mono y una guitarra. «Mi madre me bordó la bata del trabajo. Además, me han dejado que instale el taller en el sótano de casa», añade.

A pesar de las comodidades y del ahorro que supone no pagar un alquiler o la compra de un local, Javier tiene claro que la estancia de su empresa en el domicilio familiar es temporal: «Mi objetivo es abrir el taller al público, a poder ser en el centro de Jerez», asegura.

Para llegar hasta aquí Javier ha invertido tiempo y dinero en formación. Desde siempre había sido aficionado a la guitarra e incluso estuvo aprendiendo a tocarla pero «lo que más me gustaba era buscar y estudiar todo lo que encontraba sobre el instrumento», recuerda. Así, lo que le faltaba era la práctica, «por lo que me decidí a aprender el oficio de la única forma posible: de la mano de dos grandes maestros. El primero fue Rafael López, con quien aprendí el método español de construcción. Con él hice mi primera guitarra y aprendí a manejar los útiles y herramientas. Fue una gran suerte dar con él porque además de ser una persona muy abierta es un verdadero estudioso del instrumento. Luego fui a Málaga, donde de la mano de José Ángel Chacón aprendí el método de construcción que se utiliza en el resto del mundo y que proviene de la escuela de construcción de instrumentos de arco. He estado casi un año formándome en taller y ya me siento bien preparado para avanzar en solitario», explica.

La primera inversión (la madera necesaria es escasa y cara) tuvo que ser importante y, después de llamar a muchas puertas, Javier fue capaz de convencer a la Diputación de Cádiz para que le concediera un crédito. El reciente reconocimiento de la UCA -recogió el premio la pasada semana- «es un empujoncito más al proyecto», asegura.

Para Mejías, la salida de la crisis tiene un camino de único sentido: «¿Qué si hace falta emprender para salir del bache? No es que lo crea, es que no se me ocurre otra forma de hacerlo y yo no me quiero ir a Alemania, que hace mucho frío y aquí en Jerez tenemos muchas cosas por las que luchar juntos y sentirnos muy orgullosos», concluye.