El Rey don Juan Carlos se dirige a la cámara durante su discurso. :: A. DÍAZ / EFE
ESPAÑA

«Los responsables públicos debemos tener un comportamiento ejemplar»

El Rey, sin citar a Urdangarin, dijo que «la Justicia es igual para todos» y que «cualquier actuación censurable debe ser juzgada y sancionada» Don Juan Carlos alabó el «rigor y acierto» del Príncipe y llamó a no generalizar actos individuales para no dañar a instituciones

MADRID. Actualizado: Guardar
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El Rey se enfrentó el sábado a uno de los mensajes de Navidad más comprometidos y difíciles de sus 36 años en el cargo. El país esperó junto al televisor, expectante, para saber cómo iba abordar el jefe del Estado el caso de posible corrupción en el que dentro de pocos días podría ser imputado su yerno Iñaki Urdangarin, un escándalo que desde hace meses ha colocado en un situación delicada a la Familia Real y a la propia institución que encabeza el monarca.

Don Juan Carlos no solo no rehuyó el asunto sino que reconoció el problema, hizo votos por que la justicia trabaje en este y en cualquier caso con total libertad y depure responsabilidades, llamó a la necesaria regeneración y «ejemplaridad» en la vida pública, y mostró comprensión por la alarma social generada por el caso. No obstante, también reclamó a los ciudadanos que no caigan en la tentación de dañar a las instituciones por lo que solo son comportamientos individuales, reiteró el compromiso de presente y futuro de la Corona con todos los españoles, y añadió un mensaje tranquilizador al ensalzar el buen trabajo que cree que realiza don Felipe, llamado a encarnar la continuidad de la institución en España.

El Rey dedicó varios días a preparar este complicado discurso que se convirtió en el colofón del paquete de medidas para poner a salvo a la Corona de cualquier salpicadura del escándalo. La distancia marcada por el Rey con Urgangarin, al tiempo que sus portavoces calificaban su actuación como «no ejemplar», ha supuesto su salida de la agenda de la Casa Real y que esta Navidad, por primera vez en los catorce años que lleva casado con la infanta Cristina, no hayan cenado en la Zarzuela. La paulatina desaparición también de su esposa de la agenda real empezará mañana, cuando ninguna de las infantas acuda al Congreso para la solemne apertura de la X Legislatura, acto en el que solo participarán los reyes y los príncipes.

Don Juan Carlos avisó el sábado a los televidentes de que no iba a defraudar sus expectativas desde la primera frase del mensaje de Navidad: «Al término de este año difícil y complicado para todos, quiero hablaros con sinceridad y realismo, sin rehuir los problemas».

«Enorme preocupación»

Tras una docena de párrafos en los que analizó las principales preocupaciones de las familias españolas, la crisis y el paro, entró de lleno en su problema familiar e institucional, aunque nunca citó el nombre de Iñaki Urdangarin junto a las alusiones a su situación. No era necesario. «Cuando se producen conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad o a la ética -dijo-, es natural que la sociedad reaccione». Solo unos días antes de que la Fiscalía pida muy posiblemente al juez que investiga a la Fundación Nóos que impute al duque de Palma, don Juan Carlos señaló que, gracias a que España es un estado de derecho, «cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley» y pronunció la frase que más impactó en todos los oyentes: «La Justicia es igual para todos». Se trata de una afirmación que parece una obviedad en democracia, pero que busca reiterar el total respeto y distancia que mantendrá la Casa Real con la investigación penal y sus consecuencias, sean las que sean.

El Rey no ocultó su «enorme preocupación» por el daño que el caso haya podido hacer a la imagen de la Corona, por la «desconfianza que parece estar extendiéndose respecto a la credibilidad y prestigio de algunas de nuestras instituciones». Su vacuna para evitarlo es «rigor, seriedad y ejemplaridad», porque cree que «todos, sobre todo las personalidades con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar». Pese a reconocer que hay personas que no se han mostrado esa ejemplaridad lanzó un aviso para evitar que paguen justos por pecadores y que se pueda causar de forma gratuita «un grave daño a instituciones y organizaciones» que vertebran la sociedad. «No debemos, sin embargo, generalizar los comportamientos individuales, so pena de cometer una gran injusticia con la inmensa mayoría de los servidores públicos».

Don Juan Carlos, como conclusión, quiso dejar claro que España siempre podrá contar «con el mayor y mejor hacer de la Corona» y terminó el complejo discurso con una inusual alabanza a la figura de don Felipe. Dijo que durante sus recientes períodos de convalecencia, ya superados, ha podido ver, «aún más si cabe, el rigor y el acierto con que mi hijo me acompaña como Heredero de la Corona en el servicio a los españoles y a España».