Un manifestante se lava la cara cerca de la plaza Tahrir tras sufrir el ataque de los gases lacrimógenos lanzados por la Policía . :: MAHMUD HAMS / AFP
MUNDO

Tahrir divide a los partidos egipcios

El acuerdo entre los Hermanos Musulmanes y la junta militar enfurece a los manifestantes

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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El acuerdo al que llegaron los Hermanos Musulmanes y otros grupos islamistas con la junta militar egipcia el pasado martes, que no ha calmado los ánimos de los manifestantes congregados en la plaza Tahrir, podría estallarle en las manos al grupo liderado por Mohamed Badie. El distanciamiento de los líderes de la Hermandad con la revuelta, por temor a que las manifestaciones pongan en peligro la mayoría parlamentaria que esperan conseguir en los comicios legislativos si estos se retrasaran, ha enfurecido al grueso de la protesta.

La revuelta también ha dividido a la escena política egipcia, y ayer un amplio grupo de partidos liberales y fuerzas juveniles revolucionarias propusieron retrasar las elecciones legislativas dos semanas «porque es imposible que en una situación como la que se vive actualmente en El Cairo los egipcios puedan ir a votar libremente», aseguró a este diario Emad Gad, uno de los líderes del partido Socialdemócrata. Tras una breve tregua propiciada por el Ejército, que desplegó ayer varias tanquetas entre la Policía y los manifestantes, las calles que rodean la plaza Tahrir volvieron a sumergirse ayer en el caos. Por quinto día consecutivo, la glorieta se convirtió en una multitudinaria manifestación.

El martes, la junta militar anunció una serie de medidas para intentar aplacar la ira de los manifestantes, prometió celebrar elecciones presidenciales antes de julio, formar un gobierno de salvación nacional -después de la dimisión en bloque del Ejecutivo liderado por Essam Sharaf-, y convocar un referéndum para conocer si los egipcios quieren que el Ejército abandone el poder. Lo hizo después de reunirse con varios partidos políticos, la mayor parte de ellos islamistas, pero también alguno liberal, como los socialdemócratas. La respuesta de la plaza fue alta y clara: no es suficiente. Ayer, conscientes de la impopularidad de este encuentro, que calificaron de «error», los socialdemócratas se disculparon con los manifestantes. «Nos engañaron. Dijeron que el mariscal [Tantaui] se disculparía públicamente por las últimas masacres, incluida la de coptos [del pasado 9 de octubre], y no lo hizo», señaló Gad, quien acusó también a los Hermanos Musulmanes de «maniobrar con el Ejército» para beneficiarse de la situación.

Este sentimiento era compartido ayer por muchos manifestantes, como Hager Salah, una joven que, ataviada con una aparatosa mascarilla antigás y unas gafas de soldador aseguraba que «existe un complot entre la Hermandad y la junta militar para permitir que el Ejército siga manteniendo sus prerrogativas en la sombra una vez que los islamistas ganen una mayoría importante en el Parlamento». Sin parar de entregar pequeñas tarrinas de mermelada de fresa a los desfallecidos manifestantes en la calle Mohamed Mahmud, donde se ha concentrado el grueso de la violencia, Salah argumentaba que «si nos marchamos de la plaza ahora perderemos la batalla». Otros, como el estudiante Adham Mulujiya, desconfían de «todas las fuerzas políticas mayoritarias», que no han sido bienvenidas en la plaza Tahrir, de la que han desaparecido las consignas políticas.

Rumores constantes

Es imposible contrastar la veracidad de estos rumores, que cobran fuerza en Tahrir, pero que han sido una de las muletillas de las fuerzas liberales desde hace ya muchos meses. Sin duda, no todos los islamistas egipcios han boicoteado la revuelta tal y como les han pedido sus líderes, y muchos protestan en Tahrir contra la junta militar con la misma fuerza que en enero y febrero clamaban contra el régimen de Hosni Mubarak. Pero sí es cierto que, en los últimos días, la Hermandad se debate entre un discurso crítico con la junta militar, a la que dicen que vigilarán para que ponga en marcha las medidas anunciadas y a la que hacen responsable de la violencia que se ha instalado en El Cairo, y un discurso político que intenta evitar a toda costa un retraso de los comicios, que deberían empezar el lunes 28 de noviembre.

El Ministerio de Sanidad egipcio reconoció ayer que algunos de los muertos que se han producido en los enfrentamientos -33 oficialmente desde el sábado-, habían recibido disparos de fuego real. En el hospital de campaña instalado en la mezquita de Omar Makram se anunciaron tres nuevas víctimas mortales, y el centro Nadeem para la rehabilitación de víctimas de la violencia, una ONG que lleva años documentando los abusos policiales en Egipto, aseguraron que los fallecidos ascienden ya a 38.