Editorial

La obstinación de Berlusconi

El primer ministro debe renunciar cuanto antes y permitir que Italia se aleje del abismo

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El primer ministro Silvio Berlusconi prometió ayer renunciar a su cargo cuando se aprueben las medidas de ajustes exigidas por la Unión Europea. La decisión de 'Il Cavaliere' se dio a conocer en una la nota oficial del presidente de la Republica, Giorgio Napolitano, con el que se reunió tras perder la mayoría en el Parlamento. El mandatario italiano conseguió aprobar en la Cámara de Diputados las cuentas del Estado de 2010, pero no logró alcanzar la mayoría absoluta de 316 diputados del pleno, lo que cuestiona la futura estabilidad de su Ejecutivo. Por 308 votos a favor, ninguno en contra y 1 abstención, el Gobierno de Berlusconi logró aprobar la revisión de las cuentas del año pasado gracias a que la oposición, presente en el pleno de la cámara baja, decidió no participar en el voto en un acto de «responsabilidad» hacia la estabilidad del país. Una señal de máxima alarma para el Gobierno la dio ya antes de la sesión el líder de la Liga Norte y más fiel aliado de Berlusconi, Umberto Bossi, al asegurar que él también había pedido la dimisión al primer ministro. La postura de Berlusconi aferrándose al poder en un intento desesperado de capear el temporal político y económico que se abate sobre Italia resulta inadmisible y puede agravar la grave situación del país. Su obstinación por seguir al frente del Gobierno a cualquier precio solo se explica por su temor a perder la inmunidad que hasta ahora le ha salvado de los innumerables procesos abiertos por los jueces. Pero esa obstinación puede llevar ala abismo a Italia y de paso al resto de la UE con una deuda disparada de casi 2.000 millones de euros, es decir, un 120% de su PIB. El interés de su bono a diez años subió ayer hasta el 6,74% muy cercano a la cifra de rescate (7%). Se estima que Italia necesitará 300.000 millones de euros el próximo año para financiar su deuda. Berlusconi debe entrar en razón y dar paso de forma urgente a la solución que ya se está abriendo paso de un Gobierno de técnicos cuyo único programa sería el de restaurar la confianza internacional en un país capaz de pagar sus deudas astronómicas.