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PREVISIBLE ESCALAFÓN

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Se inicia una nueva temporada de la Liga ACB cuando todavía están presentes en nuestro recuerdo las satisfacciones vividas con los partidos de la selección. Mi primera reflexión es sobre la irreparable pena que supone no tener entre nosotros a los hermanos Gasol y a Calderón. La pérdida es doble, por un lado el potencial deportivo que se debilita y por otro, no menos importante, la dedicación que le dan los medios a la NBA en deterioro de nuestro campeonato.

Menos mal que el Real Madrid se ha hecho con los servicios de Rudy en una operación que, según leo, se puede venir abajo en el momento que jugadores y clubes de la NBA se pongan de acuerdo en sus disputas contractuales.

La ACB se estrena con un Portela al que le han reducido poder como regidor del devenir diario. La velocidad que los 'cooperativistas', o sea los clubes, tuvieron para cesarle no se ve reflejada en la labor de su sustitución, y por tanto, no se sabe quien atemperará los nervios que empiecen a aparecer como consecuencia de los resultados. Las quejas sobre los arbitrajes y sus designaciones aflorarán de inmediato en la oficina central, siempre en perjuicio de la competición.

Vamos a vivir un torneo con sorpresas puntuales, las cuales influirán mínimamente en la clasificación. El escalafón es cada día más previsible. Por un lado, el Barcelona. El fichaje de Marcelinho les mantiene en la cúspide de las plantillas. Posiblemente Navarro pagará el continuado esfuerzo que está realizando, pero el brasileño redondea un equipo de por sí ya superior.

El Real Madrid ha recortado distancias. Los fichajes de Carroll y Rudy le dan poder de anotación, de inventiva y, sobre todo, permitirá un juego interior más amenazante. La debilidad de los blancos reside en los bases. El baloncesto europeo, por lo ordenado, precisa de un físico que Rodríguez no tiene y de un conocimiento que aún no ha adquirido Llull.

Desde la debilidad económica que muestra el Caja Laboral para mantener la estela de los dos grandes, y después de hacer caja como todos los veranos, los vitorianos han completado una gran escuadra. La muestra de valentía de sus rectores repescando al injustamente vilipendiado Prigioni es una gran noticia. Aunque sus mejores años hayan pasado, su talento ayudará al equipo a mantenerse en lo más alto del escalafón.

Unicaja y Valencia parecen los inmediatos perseguidores. Son clubes parecidos: te dejan un poco frío en sus decisiones. La pérdida de Savanovic, por parte de los valencianos, y el aferramiento a la veteranía de los malagueños hace que surjan las dudas en una competición tan exigente.

Bizkaia, CAI Zaragoza y Gran Canaria pueden ser los animadores. Los primeros, tras ser subcampeones, merecen el respeto que se han ganado a pulso. Quizás la plantilla es un poco veterana, pero...

El CAI, sólido económicamente, bien dirigido y con un público volcado, está en la honda del asentamiento. Las formidables temporadas pasadas de los canarios me obligan a creer en ellos, aunque sus recursos son limitados.

El resto, al mogollón. Joventut y Cajasol no pasarán apuros. Todos los demás, a sumar lo antes posible las victorias de la salvación en un dramatismo cada día mayor. Años atrás alguno se descolgaba y el resto respiraba; ahora todos aguantan. Es urgente sanear las cuentas y el que no pueda, que baje de categoría. Es necesario tomar medidas de este tipo por el sanemiento de la competición y para acabar con los soterrados e inexplicables impagos.

Respecto a los jugadores y a las posibles nuevas figuras que puedan surgir, hay que decir que existen demasiadas incógnitas llegadas de todas partes del mundo, con pasaportes de conveniencia, al olor del poco dinero que queda en España. El tiempo de los jugadores referentes pasó. Los aficionados los irán conociendo poco a poco.