AL PALO

BOTELLAS Y FUNDACIÓN

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Botella medio vacía: le falta vuelo en las bandas, y músculo en el medio campo. Le falta pegada, y le sobra horizontalidad. Le falta experiencia en el banquillo (también Schuster debutó como entrenador aquí sin currículum previo en España como técnico). Le falta ganar en casa, y hasta marcar goles en Chapín. Le sobra ansiedad, ganas de hacerlo bien, ganas de gustarse. Botella medio llena: no juegan sujetos a un corsé, tienen libertad religiosa para crear, los pocos goles valen oro molido, la defensa es de las más robustas de la categoría. Y los equipos que tienen largo recorrido y aspiraciones "se hacen desde atrás" dicen entrenadores y tertulianos que lo parecen. Este Xerez no tiene el colmillo retorcido, pero al menos su entrenador no tuerce el gesto ni emplea excusas de mal pagador cuando pierde. Sentar a Capi no es fácil. El 'Kaká' del Xerez tiene aún que dar lo mejor de sí, y encontrar su sitio. Merino quiso ordenar el patio (porque ante el Guadalajara jugaron como en patio de colegio) y fue lógico en la alineación. Otra cosa es que las líneas no terminaran de conectar y que para marcar hay que disparar entre los tres palos. En lo institucional, la marejada de casi siempre. Sin embargo, hay quien quiere ordenar el cajón desastre, y ahora es el presidente, que se encuentra como en piscina llena de tiburones. Millán tiene el temple y el consenso necesario para ordenar la institución, para trazar puentes definitivos hacia otras administraciones, para dotar de músculo, voz y voto una Fundación que debe ser considerada un oráculo público, como sanedrín, como un ámbito de decisión xerecista donde caben todas las sensibilidades. Puro parlamentarismo británico. Millán entiende que la Fundación del Xerez es casi más importante que el propio escudo para la supervivencia de la entidad ante intereses espurios. Ya está bien de que se abrace con tanta alegría a personajes siniestros como Federico Souza (y otros ínclitos anteriores), que decían ser más xerecistas que el propio Pepe Benítez.