MILENIO

FINO CON EL ESTOQUE

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Hierve el espacio político y comienzan a caer algunas personalidades de las siglas socialistas que de un ayer esplendoroso han pasado a un presente árido como el gran cañón del Colorado. Pero los creyentes nunca reculan. Por ejemplo, Carmen Calvo, consejera en más de un gobierno de la Junta con Rosa Aguilar a la espera tras ser alcaldesa de Córdoba, marxista durante años y social-demócrata en la actualidad rabiosa. Contaban, entonces, que el gran Griñán andaba de por medio, y aunque nunca fue un experto en estas celadas de triple filo, el presidente andaluz convertía en música sus palabras cuando hablaba bajito. Así, pues, Carmen Calvo pasó a una situación de 'expectativa de empleo' y la ex ministra marxista (¿) Rosa Aguilar, en un Gobierno nacional, queda al socaire de los vientos. Así está el medio político: irrespirable e intransitable.

Pero se suceden los movimientos internos y los mensajes en clave. El jefe Griñán no es, precisamente, el diestro José Tomás, pero como banderillero puede pasar. De hecho, es fino con el estoque y huele el peligro como un pistero indio. Ahí está su equilibrio: observar mucho y hablar lo justo. Se lo dije un tiempo pasado en una noche del hotel Suecia de Madrid, rodeados de socialistas por todas partes: «Tal vez llegues a ser un ilustre en Andalucía», y le entró la risa para levantarse como un rayo herido y se marchó sin despedirse ni de la ex ministra Magdalena Álvarez, por aquel entonces la recaudadora mayor de los tributos del desconcertado pueblo español. Los contemporáneos públicos de estos tiempos tienen estos prontos insoportables.

A la ministra Rosa Aguilar, media IU desea sentarla en el banquillo de los acusados mientras otros propios de la misma siglas se apresuran preparando el cadalso. Se lo dije al gran Diego Valderas, del Condado de Huelva y máximo mandamás de la sufrida Izquierda Unida. La izquierda es así de resolutiva. Por ello mismo hay tanta ciudadanía desorientada a la hora de votar, porque votar por el PP está chupado. Basta regalarle el oído a un paciente cuadro medio de la coalición para que te saque de la mazmorra al amigo condenado a la última pena. Al menos, así lo contaban nuestros mayores. Pero después de tantos descalabros por ser tan ingenuos, lo conveniente es fiarse únicamente del cobrador de la luz.