Editorial

La UE combate la recaída

La ralentización del crecimiento europeo y norteamericano obliga a medidas adicionales

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La ralentización del crecimiento económico europeo y norteamericano en el segundo trimestre del año -ayer Francia hacía público su estancamiento-, también perceptible en España, unida a la rebaja del 'rating' norteamericano, a la crisis de la deuda soberana ya contenida por el BCE, al rumor de que podía bajar también la calificación de la deuda francesa, y a una gran volatilidad de los mercados de valores de todo el mundo ha hecho temer a la comunidad internacional una recaída en la recesión. Varios países de la Zona Euro se han puesto en marcha: ayer mismo, el consejo de ministros de Italia, país súbitamente enfilado por los mercados por su elevada deuda y bajo crecimiento económico, aprobaba en medio de fuertes críticas un nuevo programa de austeridad que, entre otras medidas, recorta los fondos transferidos a las regiones y las administraciones locales en 9.500 millones de euros en 2012 y 2013; asimismo, el gobierno central dejará de gastar otros 6.000 millones de euros el año próximo. Berlusconi también impone un 'impuesto solidario' a las rentas superiores a los 90.000 euros anuales, lo que le permitirá recaudar 8.500 millones adicionales. También ayer, Portugal decidía adelantar al último trimestre de este año la subida del IVA al consumo de gas y electricidad desde el actual tipo reducido del 6% hasta el tipo general del 23%, que en principio estaba prevista para 2012, lo que permitirá un ahorro suplementario de 100 millones de euros que ayudará al objetivo de reducir el déficit al 5,9% del PIB en 2011. Como es conocido, España va también por esa senda: los consejos de ministros del 19 y del 25 de agosto aprobarán ajustes por unos 5.900 millones de euros, obtenidos mediante un recorte del gasto sanitario y el adelanto de los pagos a cuenta del impuesto de sociedades a las grandes empresas. Esta rígida disciplina incrementará sin duda la solvencia de la Eurozona y fortalecerá al euro, pero no es evidentemente la mejor receta para recuperar el crecimiento. Quizá pronto, cuando se tenga todo el control de la situación, habrá que empezar a pensar en la necesidad de regresar a unos prudentes estímulos fiscales para animar la deprimida actividad de nuestros países.