EL LABERINTO

Tradiciones sostenibles

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Las barbacoas de la playa Victoria van de capa caída. Cada año, poco a poco, disminuye el número de asistentes y, afortunadamente, de residuos. Este año solamente 42 toneladas. Lejos ya aquellos años en los que se pretendía hacer de las barbacoas un foco de atracción de visitantes, un seña de identidad del gaditano ocio veraniego y un motivo para que Cádiz figurase en el Libro Guinness de los Récords. Las perspectivas de futuro de la festiva medida de acompañamiento del Trofeo empezaron a truncarse cuando la Feria de la Playa se nos fue a todos de las manos. ¿Quién no recuerda aquellas parcelitas, acotadas desde primeras horas de la mañana, con sus tresillos desvencijados, las papeleras usadas como neveras e, incluso, algún que otro viejo frigorífico colocado, supongo, a modo de atrezzo para que el ambiente fuera todavía más esperpénticamente familiar. Desde entonces, la tradicional manera, en Méjico y en el Caribe, de preparar la carne en la playa gaditana, con los añadidos propios de la idiosincrasia del lugar, comenzó a ponerse en entredicho. Poco a poco, con las sucesivas medidas de control, las cosas se van poniendo, afortunadamente, en su lugar y llegará el momento en el que de las barbacoas solo quedará el recuerdo plasmado en alguna vieja fotografía. Habrá quien añore esa supuesta 'tradición' que se ha demostrado efímera, pero eventos, mucho más tradicionales, se han perdido y apenas nadie los recuerda ya. Por ejemplo aquellas carreras de caballos que se celebraban en agosto en la misma playa Victoria y que desaparecieron en los años 60. Quizás sea el momento de analizar la oportunidad de que una vieja tradición venga a sustituir a otra no tan antigua y que, al mismo tiempo, sirva de motivo de atracción de visitantes tal como ocurre en otros lugares. Kilómetros de playa no nos faltan y sería todo un espectáculo admirar, junto a la puesta del sol, una competición de esa naturaleza. Posiblemente no nos sirva para entrar en el Guinness, y además habría que ver las fechas más adecuadas para no entrar en colisión con las que se celebran en Sanlúcar, pero merece la pena pensar en recuperar un auténtica y hermosa tradición que, además, sería perfectamente sostenible para nuestra playa.