Tribuna

Vendetta

EXCONCEJAL DEL AYUNTAMIENTO DE CÁDIZ (PSOE) Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Me cuentan testigos presenciales, que la pasada noche del 22 de mayo durante la celebración del Partido Popular en la plaza de San Francisco una persona destacaba en euforia. Mientras todos gritaban y cantaban las consignas de rigor en estos casos de arrolladora victoria, una repetía hasta el paroxismo: '¡Diputación, Diputación!'. Era Mercedes Colombo. Con un marcado acento gaditano y una emoción tsunami parecía estar contemplando su entronización como presidenta de esta institución. Pero, ¿quién es Mercedes Colombo? En su momento, una de las jóvenes promesas del partido conservador y, con el tiempo, uno de sus más eficaces martillos de herejes, o sea, de socialistas. Mujer que ha destacado por su dureza en el ejercicio del poder como teniente de alcaldesa del Ayuntamiento gaditano, mano de hierro que no solo dirige hacia las bancadas de la oposición, sino igualmente hacia sus compañeros de partido a sus órdenes. En los cuatro años pasados ha practicado una durísima oposición a González Cabañas en la Diputación de Cádiz, enfrentamientos de alta tensión en los que se rozaban las peores maneras. Pero esta fortaleza de carácter es también su punto más débil. Más de una vez ha cruzado la línea que media entre el ataque y el insulto. Amiga del argumento ad hominem y descalificador en lo personal, carece del magnífico bis a bis de su mentora Teófila Martínez y, lo que es más lamentable en democracia, un odio visceral al oponente o adversario, en este caso, de nuevo, los socialistas. Por eso algunos pensaron que lo que gritaba en el paroxismo de la victoria era más bien, '¡Vendetta, vendetta!,. Y los hechos parecen demostrarlo tras su paseo de inspección por la sede de la plaza de España el mismo día 23 de mayo. Las personas razonables de esta ciudad, esa mayoría que preferiría una acción política más educada, siempre han tenido en mente a José Loaiza, un caballero de la política, un político que ha demostrado que con buenas maneras se pueden ganar también elecciones. He ahí San Fernando donde se enfrentaba a otro gentlemen, el socialista y joven promesa de su partido Fernando López Gil. De hecho, lenguas confidentes del PP, nos cuentan que en una reunión de su órgano interno provincial, Loaiza tuvo que interpelar y cortar el discurso de Mercedes Colombo con una apelación al derecho de los socialistas a vivir, a un lugar bajo el sol, como cualquier ciudadano de este país al que llamamos España.

Durante los días posteriores a su arrasadora victoria electoral, en la que la Diputación ha sido la pieza más valorada por los conservadores, hemos asistido al ritual del combate interno por ocupar las mejores posiciones, los puestos de poder más destacados. Tiene la virtud el Partido Popular de no traspasar las puertas de las sedes para dirimir estas cuitas. El que manda, manda y los demás a callar y obedecer. Pero como en toda casa y familia de bien hay sus más y sus menos, sus divisiones y sus empujones. Y la presidencia de la Diputación de Cádiz no iba a ser una excepción a esta ley general y natural. Dos nombres han sonado con fuerza, la mentada Colombo y, del otro lado en todos los aspectos, Loaiza. Cada uno con sus méritos y deméritos, sus apoyos y sus rechazos, sus pros y sus contras. Y la incógnita, si es que alguna vez la hubo al menos de puertas hacia dentro, se ha resuelto con una apuesta por la cordura, la moderación y el fair play. O sea, por José Loaiza. Es cierto que en esto de la política nadie puede presumir de virginidad ni de bonhomía pura, pero el candidato designado por la dirección permite que mucha gente respire tranquila al menos en lo que se refiere a un trato y maneras amables, a una forma de hacer política más cercana a lo que la gente quiere. O sea, modos y maneras propios de una democracia moderna y no de la selva. Si es que en la selva hay democracia. Por supuesto que es una incógnita el qué y el cómo del gobierno de la derecha en la institución provincial, qué querrá hacer Loaiza y qué podrá hacer, pero lo que es casi seguro, y al historial político del futuro presidente me remito, es que la palabra vendetta no figura en programa. Lo que no quita que se realicen cambios, legítimos, de personas y políticas. Al fin y al cabo, ¿para eso se ha votado, no?