ESPAÑA

«Siento impaciencia por ver el final del túnel pero no dudo del rumbo»

El presidente del Gobierno propone como medida estrella subir los límites del salario inembargable

MADRID. Actualizado: Guardar
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Ni siquiera José Luis Rodríguez Zapatero es inmune a la emoción. El presidente del Gobierno desmintió los pronósticos de sus colaboradores más cercanos y cayó en la tentación de aprovechar su último debate sobre el estado de la nación para defender su legado y anticipar un 'adiós', con ojos vidriosos. Fue un momento fugaz, pero sorprendente en un hombre al que sus allegados han colocado la etiqueta de frío y cerebral. Sobre todo, porque de alguna manera chocó con su empeño en dejar claro que no tiene intención de adelantar su marcha, como exigió una y otra vez Mariano Rajoy.

En realidad, esa pequeña nota de color -un sentido agradecimiento a todos los grupos parlamentarios por el intercambio de opiniones en estos años, una declaración de «respeto» a los ciudadanos, una manifestación de fe en las posibilidades de España- fue lo único novedoso de un discurso que podía haber sido pronunciado, coma arriba, coma abajo, hace dos, tres y hasta seis meses. Apenas hubo propuestas y las que planteó o ya habían sido anticipadas, como el deseo de llevar al próximo Consejo de Política Fiscal y Financiera de julio una regla de techo de gasto para las comunidades autónomas, o quedaron en un mero enunciado, como las nuevas medidas de «protección» para aquellos que no puedan hacer frente al pago de sus hipotecas.

Lo llamativo es que tanto una iniciativa como la otra han estado en los debates parlamentarios durante meses. El PP siempre quiso que se impusiera por ley un objetivo de déficit a las autonomías, el PSOE alegaba que las comunidades tenían que autorregularse y solo cuando desde la UE -donde no se entiende muy bien la compleja administración territorial española- se reclamó la medida, Zapatero se comprometió a llevarla a cabo allí donde gobernaban los socialistas. Como desde el 22 de mayo solo conservan el poder en Andalucía y el País Vasco, el Gobierno ha optado por hacer una sugerencia.

La otra medida estrella, la de los hipotecados al borde del desahucio, ha sido una demanda constante desde principios de año de la izquierda. Zapatero descartó en marzo la dación en pago por los trastornos que podía causar en el sistema financiero, pero accedió a crear una subcomisión en el Congreso para estudiar medidas. En su primera intervención no fue más allá, pero a las siete de la tarde, durante el debate aclaró que subiría el límite de inembargabilidad de 64 a 961 euros o a 1.350 en caso de tener hijos a cargo.

Otra iniciativa anunciada es la creación de una línea de ayuda ICO para que los ayuntamientos paguen a los proveedores las facturas pendientes a 31 abril de 2011 y el plazo de préstamo a las corporaciones no podrá ser mayor de tres años.

Guiño al 15M

La preocupación ciudadana por la situación de desamparo a la que se enfrentan quienes se quedan sisn recursos para hacer frente a sus obligaciones crediticias llegó a la cámara primero en forma de iniciativa legislativa popular, pero es también una de las inquietudes del movimiento 15M, la que Zapatero dedicó también unas palabras en su intervención. «Forman parte de la fisiología y no de la patología de nuestro modelo de convivencia, y reivindican el valor de la política».

El jefe del Ejecutivo añadió que es obligación de los gobernantes respetar y tomarse con interés sus propuestas. «Tenemos la permanente obligación de dar respuesta a las inquietudes sociales», dijo. Ahora bien, el grueso de su discurso estuvo en realidad destinado a defender su programa de reformas y sus ajustes.

«Comprendo la impaciencia por ver el final del túnel. La comprendo porque siento esa impaciencia todos los días -admitió- pero eso no me ha llevado nunca a dudar del rumbo elegido». Un rumbo que, en caso de conducir a la bonanza económica, lo hará de manera lenta.

El propio Zapatero, antaño optimista, admitió que España crece todavía a un ritmo «demasiado lento» y que no va a poder crear empleo neto hasta que lo haga de manera más fuerte. Pero se negó a que eso pueda ser interpretado como un fracaso personal. «Este esfuerzo no es un esfuerzo ciego, al servicio de una determinada ortodoxia», alegó.

Su tesis fue la de que las cosas son así porque no pueden ser de otra manera. Y dio a entender que lo demás son ilusiones. «No podremos volver a crecer y a crear empleo como lo hicimos antaño», aseguró.

A su juicio, los años del 'milagro español' tuvieron mucho que ver con el euro y con los bajos tipos de interés, dos factores que ayudaron a alimentar la burbuja inmobiliaria. «Había muy baja productividad y mucho ladrillo; no fue una buena herencia», espetó a Rajoy, en contra de lo que él mismo afirmó años después de llegar a La Moncloa.

Ahora Rodríguez Zapatero cree que está sembrando para que otros recojan en el futuro y que la Historia le pondrá donde le corresponde, aunque deba marcharse con la amargura del descontento ciudadano. Ayer, al menos, recibió la ovación de los suyos y un apretón de manos de quien ahora llevará el timón del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.