Editorial

Terremoto griego

Las instituciones de la UE y los Gobiernos nacionales no pueden dar muestras de desunión en este momento crucial

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Las autoridades europeas y los gobiernos nacionales titubean sobre cómo abordar el siguiente capítulo del drama económico griego, que es también un serio problema de todos los países participantes en la moneda única. En la preparación del llamado 'rescate del rescate', es decir, el segundo paquete de ayuda financiera a Atenas una vez el primero se ha mostrado como insuficiente, todo el mundo está de acuerdo en no dejar, por ahora, que Grecia vaya a un impago. Se trata de conjurar el terremoto que produciría en la zona euro y también evitar el castigo de las urnas a los actuales gobiernos nacionales. Pero se han abierto grietas en el discurso oficial europeo, y estas dudas están produciendo una mayor incertidumbre en la economía de la Unión Europea. Por un lado, el Banco Central Europeo quiere poner las cosas fáciles a los griegos, retrasar más los pagos, refinanciando a los bancos y básicamente posponer la hora de la verdad. Por otro lado, el gobierno alemán ante la oposición cada vez mayor de sus ciudadanos a una 'Unión de transferencias', en la que todos los países del euro hagan suya la deuda pública de todos sus miembros, quiere forzar a los bancos que han comprado bonos griegos a asumir parte de las pérdidas. Es una iniciativa justa, pero que también dificultará el acceso futuro de los griegos a los mercados de capitales. La reestructuración de la deuda parece la única solución, pero esta operación tendría consecuencias traumáticas a corto plazo y demostraría que no se han utilizado muy bien los fondos públicos en los paquetes de rescate europeos que se han puesto en marcha hasta ahora. La Unión ha hecho mucho en los últimos catorce meses para mejorar la arquitectura del euro, que estaba incompleta en muchos capítulos, desde la supervisión de los mercados financieros a la política fiscal de los Estados. Claramente estos esfuerzos deben seguir haciéndose hasta que se supere la crisis y las instituciones de Bruselas y los gobiernos nacionales no pueden dar muestras de fatiga y desunión en este momento crucial. La penosa situación de Grecia afecta al conjunto de la zona euro, por lo que no hay más remedio que encontrar una solución europea y contundente si queremos que la moneda única no se tambalee.