MILENIO

LA TRANSICIÓN NO FUE ESTO

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La controversia política hierve, altamente inquietante, ridículamente estéril, en los días que corren. Los padres visionarios de la derecha mediática, que hasta el ayer reciente despotricaban del franquismo agonizante, se ha colocado en los medios y desde tales tribunas de papel y las ondas hertzianas más radicales y fanáticas disparan al simple bulto que se mueva o respire.

En Andalucía, el líder Griñán está cercado tanto en palacio como en la Cámara o tomando unas cervezas en una terraza. Por no decir que es asfixiado desde las tribunas de papel del radicalismo más integrista. ¿Y qué ha hecho este discreto señor poco amigo de líos y controversias? Por favor, no abusen de sus dudas y desconcierto. Porque no hay materia ni argumentos para tanta polvareda de añorante integrismo. No es menos cierto, también, que está más abandonado en su palacio presidencial que Robinson Crusoe con el carnet del PSOE en una carretera de Afganistán. Igual sería con el carnet contrario del PP. Muchas cosas no están funcionando en nuestro país. Desde los radicalistas aludidos tocados actualmente por la nostalgia del franquismo más hirsuto y violento, hasta los navegantes más mamarrachos con escamas que navegan por cualquier tipo de corrientes submarinas.

La Transición no fue esto. ¿Qué pintan aquellos tigres sin dientes que adoraron al franquismo ya aludido desde sus periódicos más rapaces? Los Pio Moa y compañía y otros apellidos exóticos pero conocidos por sus perversiones. De momento, pues, Griñán permanece en su sitio y procura hablar lo justo. Tiene que tener cuidado con cualquier mano extendida que se le aproxime. La cicuta puede viajar en cualquier recipiente, mano tendida o aparente caricia. Pero el líder que citamos ha tenido mala suerte con los tiempos que corren. Y el ataque le puede llegar por cualquier aproximación de los desleales de turno.

Son tiempo políticos sin códigos de honor, de gacetilleros con hambre de resarcirse de viejas deudas que ellos fabricaron. Este país tiene un problema, al menos, parcialmente: una parte de su clase política ni olvida ni perdona. A la primera oportunidad que tuvieran la volverían a armar. No seamos ingenuos y carguemosno de paciencia. La supervivencia es siempre más noble y digna que las celadas de toda índole.