Teresa Jaén sostiene una foto de 1992 en la que sale con Marta Meléndez (derecha) y Susana Granado | A. V.
22 M | elecciones municipales | el reportaje

Los candidatos y sus amigos

Amigos desde la juventud, conocen la faceta personal y comparten algunos recuerdos divertidosTodos resaltan la vitalidad y el humor de los aspirantes a la Alcaldía en su reducto de intimidad

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Para la mayoría de los ciudadanos, el reverso de los carteles electorales es un tablón blanco pero hay unos pocos que son capaces de ver la otra cara, la personalidad y el carácter real de los candidatos a concejales y alcaldes cuando no hay micrófonos, público, música de mitin ni ciudadanos reclamándoles soluciones. Los aspirantes a gobernar las ciudades solo tienen nombre de pila para sus amigos, para los que les conocen años antes de que comenzaran su carrera política, incluso cuando ni siquiera se la planteaban. Son los que recuerdan a Marta Meléndez bailando en vez de dando un discurso o los que piensan que Pedro Pacheco es un lector compulsivo antes que un eterno alcalde. Son Tere, Rafael y Ángel, amigos de siempre de tres de los aspirantes en la provincia los que, con fotos antiguas y personales, retratan la otra cara de los representantes políticos que se juegan su futuro y el de los demás el próximo domingo.

Ama de casa

«Era bailona, sobre todo de flamenquito»

Cuando Tere conoció a Marta Meléndez, la candidata socialista a la Alcaldía de Cádiz era una joven de 19 años que colaboraba en el Festival Internacional de Folklore. Tere todavía lo hace «y espero cumplir 20 años en esa tarea. Ya llevo 16». De la concejala recuerda que era «mandona, pero en el buen sentido. Era de las que siempre proponía a donde ir. Era bailona, sobre todo de flamenquito». Y con esa virtud, un certamen de danzas del mundo era un escaparate de posibilidades. «Era guía de los grupos. Llegábamos a la residencia de los grupos un miércoles y hasta el lunes siguiente no volvíamos. Iba con los grupos a todas partes, les ayudaba en todo, y el último día hacíamos una fiesta», sonríe mientras muestra una foto en la que ella, Susana Granado y Marta Meléndez aparecen ataviadas con trajes regionales rusos. «El último día nosotros íbamos vestidas de gitana o de piconera, las rusas nos pedían luego los trajes, nos los cambiábamos. Eran altísimas. A nosotros nos sobraba tela por los pies y a ellas les llegaban los trajes de gitana por las rodillas».

Siempre fue «decidida, activa y cabezona, si se propone algo, lo hace». Después de aquel 1992 siguieron muchos veranos de colaboración con el festival y una amistad para siempre. «Aún ahora, aunque está muy liada, pese a que ella y yo tenemos dos niñas, nos llamamos de vez en cuando y siempre quedamos. Por ejemplo, en Carnaval. Nos vemos en la plaza de Candelaria para escuchar coros con los niños. Nos gustaba salir, Marta era fiestera. Ahora nuestras vidas son otras pero mantenemos el contacto, no hemos dejado de vernos. Nuestras hijas disfrutan mucho cuando juegan juntas». Teresa reconoce la buena pareja que hace la candidata con su marido, Tomás: «Es un cocinero magnífico y cuida maravillosamente a las niñas. Se complementan perfectamente».

Cuando mira a su amiga como candidata, sufre con los comentarios de la gente. «Me pasa mucho, el otro día fue en El Piojito. Muchos venían de coger la publicidad electoral y después de haberle sonreido, tras darle ánimos y gracias, hacían un comentario negativo. Eso me duele. Me pasa a veces en las tiendas o en la calle. Cuando oyes una frase que la ataca, te duele. Cuando escuchas un piropo, te alegras. Pero no puedes meterte en ningún caso, no puedes contestar».

Tiene claro que la votará. «Siempre he sido votante socialista y ahora, con ella, más». Admite que «es difícil que gane, creo que subirá muchos votos, que el PSOE mejorará con ella, pero darle la vuelta del todo es muy complicado». Aún así, confía ciegamente a largo plazo: «Ella no se va a rajar, no se raja nunca. Me ilusiona que pueda trabajar por la juventud, porque siempre la tiene presente y tiene las ideas muy claras. Va a seguir hasta 2015 y entonces tendrá más experiencia, una edad perfecta...».

periodista

«Si se acuesta a las tres, a las seis se va a correr»

La amistad de Rafael Plaza con Pedro Pacheco se remonta al año 1974. «Yo estaba en Radio Jerez de redactor-jefe y él trabajaba en la Caja de Ahorros; lo conocí a través de los movimientos de oposición al franquismo», relata. Y hasta ahora. «Nuestras mujeres son amigas y yo soy el padrino de su hija Delia. Tenemos una vinculación familiar», cuenta el periodista, que asegura que su amistad con el exalcalde y candidato jamás ha afectado a la objetividad en su profesión. «Antes le acompañaba los fines de semana como amigo y él también lo ha hecho en mis mejores momentos profesionales. Hemos vivido de todo, hemos viajado mucho y también hemos tenido momentos muy felices y otros no tan buenos». Entre los peores, recuerda las dificultades que pasó Pacheco cuando, presa de su incontinencia verbal, pronunció aquella frase de «la Justicia es un cachondeo». El caso se vio en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y a punto estuvieron de inhabilitar al entonces alcalde en los años 80. Una de las manifestaciones más multitudinarias que se recuerdan la protagonizaron entonces los jerezanos en defensa de su alcalde y al final «todo acabó bien; aquello fue espectacular y lo celebramos, pues se jugaba su futuro político».

Otro momento duro fue durante una feria, cuando los afectados por las expropiaciones de Los Garciagos seguían a Pacheco protestando por el Real: «Y no llevábamos 20 policías», puntualiza Plaza. Sin duda otra situación triste tuvo lugar hace cuatro años, con la derrota electoral que recortó sus concejales a cuatro. Después de aquello «él no lo ha pasado especialmente bien», aunque finalmente «y tras mucha meditación ha decidido regresar. Ha tenido mucho que ver la presión popular».

Tras 35 años de amistad, a Rafael siempre le «impresiona lo que gana en las medias y cortas distancias y el nivel de conocimiento que se tiene de él en toda España». La gente lo ha llamado alcalde en Madrid, dos chicas vascas le pidieron un autógrafo y hasta en Orlando un americano que había estado en Jerez fue a saludarlo en un restaurante. Otro de sus rasgos es que cuando se marca un objetivo no se aparta de él, un ritmo que para quienes le acompañan puede ser «agotador». Además, tiene «una memoria de elefante». «Si se decía que Fraga tenía el Estado en la cabeza, Pacheco tiene el Ayuntamiento de Jerez». Muestra de su energía es lo que el otro día, en una visita a varios barrios, le espetó un vecino: «Pacheco, que Dios te conserve la salud pero que no te la aumente». Plaza, que le conoce bien, dice que cuando salen a cenar los viernes, si se recogen a las tres de la mañana, «a las seis se levanta el sábado para correr».

Economista

«Es simpático en el más amplio sentido»

Un chico moreno, resuelto y seguro, de mirada serena, sujeta frente al cura a un bebé envuelto en una toquilla blanca. Es el primo Ángel, que a sus doce años ejerce como padrino del bautizo del nuevo miembro de la familia. En el centro de la imagen, la tía Milagros, que mira coqueta a la cámara. Y el recién nacido, del que apenas se distingue la cara, no es otro que el alcalde de El Puerto y candidato del PP, Enrique Moresco.

Ángel Moresco asegura con rotundidad que además de ser la primera, la instantánea en blanco y negro de la ceremonia sacramental es la única foto que tiene junto a su primo y ahijado, Enrique Moresco. «No tenemos fotos juntos, ni solos ni en grupo. No me gustan las cámaras...». Economista, de 63 años, lleva 30 en su despacho de la calle Larga, con un balcón que da a la perpendicular, Luna, justo frente a la sede del PP, que hierve de actividad estos días. «¿Que este domingo son ya las elecciones? ¿Pero no es el siguiente?». Cuando Ángel dice que vive ajeno a la política no miente. «Con mi primo nunca hablo de eso. En las reuniones familiares nos dedicamos a bromear y a reír. Cuando Enrique está rodeado de las personas a las que quiere no le gusta hablar de política. Aunque quizá yo debería comentarle las cosas de la ciudad que no veo bien».

Pero los chistes ganan terreno en esos encuentros porque el sentido del humor es la primera cualidad con que Ángel define al alcalde de El Puerto y candidato del PP. «Es un tipo encantador. Cuando pienso en él me sonrío, porque es una persona simpática en el más amplio sentido. Nuestra relación siempre ha sido de grandes amigos, a pesar de que hemos pasado temporadas sin vernos porque yo me marché con mis padres a Sevilla y no viví su juventud».

La historia de ambos podría articularse en torno a ese reencuentro, ya en la madurez, con Enrique Moresco como padre de tres hijos y desarrollando su actividad en la primera línea de la política municipal. «Es un trabajador como ninguno. Y no nos vemos tanto como debiéramos porque él tiene muchísimas obligaciones. Está siempre liado de la mañana a la noche».

Pese a su desapego de la política y el despiste sobre la cita electoral, Ángel apuesta por la mayoría absoluta para el PP. «Mi opinión no es objetiva al tratarse de mi primo y ahijado pero creo que sería bueno para El Puerto que pudieran desarrollar su programa con firmeza, rapidez y seguridad».