Editorial

En la calle e indignados

Las protestas de ayer suponen una llamada de atención de la sociedad a la clase política

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Una cincuentena de ciudades españolas fueron ayer escenario de manifestaciones, considerablemente concurridas pese a las previsiones en contra, en protesta por la mala calidad de nuestra democracia y por la falta de expectativas que hoy perciben amargamente la sociedad española en general y la juventud en particular. El movimiento que ha organizado estas protestas, 'Democracia Real Ya', se ha inspirado en el libro del escritor francés Stèphane Hessel, 'Indignaos', prologado en España por José Luis Sampedro, en el que aquel, miembro de la Resistencia francesa, insta a los ciudadanos a rebelarse contra la mediocridad de nuestras democracias y a adueñarse de su propio futuro. Las movilizaciones de ayer, convocadas en las redes sociales por los promotores y simpatizantes de la idea, han sido el fruto de la convergencia de diversos movimientos más o menos espontáneos, surgidos al socaire de la crisis. Ayer se podían escuchar eslóganes como «Sin casa, sin curro, sin pensión y sin miedo», «No les votes» o «Esto no es una crisis, es una estafa», que plasmaban la irritación de unos ciudadanos que asisten perplejos a una decadencia que parece importar a la clase política tan solo en lo que se refiere a su propia instalación personal. En el fondo de estas protestas hay indudablemente una crítica al sistema, que, aunque comprensible y legítima, debe ser manejada con cuidado. La paradoja de Churchill, «la democracia es el peor de los regímenes políticos. a excepción de todos los demás», viene perfectamente a cuento en un país en que lo que falla no es el régimen sino los encargados de gestionarlo. La clase política, en concreto, debería ver con gran preocupación la ira creciente de los sectores sociales más conscientes, hartos de corrupción y de incompetencia, cansados de cargar con las consecuencias más duras de una recesión que han provocado los dueños del dinero. Porque este 22 de mayo, muchos de quienes depositen el voto en la urna lo harán también indignados por la falta de respuestas a sus preocupaciones y problemas.