PAN Y CIRCO

AQUEL AÑO 2001

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Habrá quien piense que el momento fue el menos oportuno o que ha sido el más idóneo, suscribo lo segundo, pero la plantilla del Cádiz dijo basta y comenzó a ejercer una serie de medidas de presión con el fin de que el club o, lo que es lo mismo, los máximos accionistas de la entidad -con Antonio Muñoz Vera a la cabeza- les pague las nóminas pendientes. Los jugadores lo han sabido hacer muy bien porque no dañan el objetivo deportivo (ya logrado) de estar en la fase de ascenso a Segunda A, pase lo que pase en Melilla, y porque le dan un merecido tirón de orejas al máximo culpable de todo lo malo que le viene sucediendo a esta sociedad en los últimos años y que todavía tiene la impertinencia de decir que los profesionales no están al día porque las administraciones no finiquitan sus deudas con el club. Queda demostrado que si no eres primero de tu grupo casi da igual ser segundo, tercero o cuarto y la historia así se lo ha hecho ver al equipo amarillo, precisamente con Jose González también en el banquillo. Así que esto se veía venir, porque Muñoz Vera juega a ser el Guadiana, que igual aparece para decir que hay cola para comprar sus acciones, que desaparece cuando las cosas pintan tan mal como en un Centenario que ha alcanzado niveles de ridículo espantoso. Todo cuanto está sucediendo me recuerda aquella temporada 2000-01 cuando el equipo que entrenaba Carlos Orúe vivió varios encierros en los vestuarios de Carranza, el club estuvo a un paso de la desaparición y un presidente que ahora no nos parece tan malo -Rafael Mateo- sufrió en sus carnes una agresión. Que cosas tiene la vida porque fue entonces el señor Muñoz quien retomó la presidencia en loor de multitudes. Ha pasado una década, el Cádiz sigue estando en una situación límite, la ilusión del ascenso permanece completamente intacta, pero al eterno Muñoz no lo echamos del club gaditano ni con aceite hirviendo.