MILENIO

SECTARISMO Y MILITANCIA

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Notorio y sabido es que las relaciones internas en los partidos políticos no están dominadas, precisamente, por la cohesión, la solidaridad y la generosidad. Al contrario, por lo general. Durante el actual periodo democrático de la política española, y muy especialmente en Andalucía, habíamos presenciado frecuentemente las rivalidades y enconos que afloraban en las relaciones cotidianas de los militantes. Así fue durante un tiempo y cuando contemplamos la llegada de mujeres al compromiso político militante consideramos algunos ingenuos, servidor en primera fila, que el ejercicio político en la vida interna de las organizaciones políticas se humanizaría.

Para nada. Muchos cargos intermedios se sintieron cuestionados y no acabaron, internamente, en asimilar la presencia femenina, de forma y manera que volvieron a reproducirse los roles habituales en la militancia partidaria. Curiosamente, al menos de forma visible, fue más compleja la cohabitación mixta que la de género. Supongamos (y acertaríamos) que escribimos de Izquierda Unida (IUCA). EL último testimonio, al respecto, lo venimos visualizando en la citada coalición de izquierdas. Su líder regional, Diego Valderas, ha utilizado una ironía de elevado octanaje al afirmar que a su organización le vendría «mejor» que Rosa Aguilar, ex alcaldesa de Córdoba por la coalición de izquierdas y ministra socialista en un Gobierno de España que se alistó en el PSOE entre rayos, truenos y sonoros rechazos de sus compañeros de la coalición, que «Aguilar fuera la candidata del PSOE-A a la presidencia de la Junta» que el actual mandatario, Griñán.

Y todo ello, por qué. Pues según el ilustre onubense porque «está demostrado que en IUCA, cuando hay una traición, la gente se une más frente al traidor». En este caso la traidora. No se puede ser más duro que un Valderas que nunca dio muestras evidentes de sectario y reduccionista. Pero así es la política «si así os parece».

Tal vez, sin sectarismos la vida de las organizaciones políticas tendría una corta existencia sin ese dogmatismo interno. Y es que no deja de ser cierto que en las organizaciones de izquierdas el sectarismo es mucho más acusado que en otros colectivos de centro o centro derecha, distintas en sus postulados y mucho más "comprensivas" con las debilidades de sus ilustres militantes que ostentan cargos públicos muy proclives a sucumbir ante caer ante las pequeñas y no tan pequeñas corrupciones cotidianas de la vida pública.