AMARILLO PANTONE

OBSESIÓN

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Parece que el 2012 nunca va a empezar. Recuerdan estos tiempos que corren en Cádiz a los vividos allá a finales de los ochenta cuando parecía que nunca iba a llegar el 92. Sacude a la ciudad una obsesión por todo lo que rodea a esa fecha en la que empezamos a ser más libres. Pero esa obsesión ha quedado más perenne en nuestros vecinos franceses, país que por donde quieras que vayas, si dices que eres de Cádiz, te reconocen inmediatamente ya sea por aquella resistencia histórica o por una canción que popularizó Luis Mariano allá por 1945. Y no solo fue esa opereta de nombre 'La Belle de Cadix' que derivó luego en película, también la plaza emblemática que saluda todos los días a la flamante Tour Eiffel, su nombre viene de la Batalla del Trocadero acontecida en 1823, de las pocas que ganaron los franceses por estas tierras y que, como los ingleses con su Trafalgar Square, hicieron inmortal a la bahía gaditana en las dos ciudades más pobladas de Europa. El dolor francés por la derrota en Trafalgar y el jolgorio por esa última victoria, hicieron que aquellos irreductibles galos comenzaran a dar títulos nobiliarios con la coletilla «Trocadero», provocando también algunas referencias literarias como esta del escritor Chateaubriand en sus memorias refiriéndose al enfrentamiento: «¡Por aplastar a los españoles en un paso, por tener éxito donde Bonaparte fracasó, por triunfar en la misma tierra donde los ejércitos de aquel gran hombre sufrieron la adversidad, por hacer en seis meses lo que él no pudo hacer en siete años, esto es una gran maravilla!». Puede que nuestra obsesión por el Doce venga más de las promesas de mejora de la ciudad que de otro hecho en particular. Yo iría a más, hagamos que la celebración sea un compromiso a la importancia que otros pueblos han dado, al hacer inmortal en los puntos estratégicos de sus capitales, a su paso por nuestra ciudad.